El sufrimiento parece el sino de esta España que ayer volvió a convertirse en leyenda de la manera más agónica y sufrida. El equipo nacional se colgó el bronce en los Juegos de Río (tercera medalla olímpica consecutiva) tras imponerse 88-89 en una dura batalla ante una Australia que no quiso actuar de comparsa y que sólo se rindió en el último ataque ante la buena defensa española.España saltó al escenario con el repertorio bien memorizado y comenzó el concierto con el rasgueo rabioso de una guitarra 'heavy'. Con una defensa que se ha aprendido muy bien los automatismos del libro de Scariolo y con un ataque en el que Pau y Mirotic ejercían de doble pedal contra el bombo australiano. Primero uno, luego otro y si no, los dos a la vez. Una melodía atronadora pero perfectamente ejecutada que anestesiaba a los oceánicos.
Los Boomers actuaban en otro registro. Si España era el grupo bien conjuntado en el que los instrumentos de acompañamiento complementan a los solistas, en el equipo australiano todo era cosa de la calidad de los solos que pudieran ejecutar en ataque Patty Mills y el veterano David Andersen, que ayer recordó a su mejor época supliendo a un Bogut que no afinó su partitura ante España.El equipo de Scariolo aprovechaba a su pareja interior para marcarse un primer tramo de concierto impecable. Entre triple y triple de Pau y Mirotic, alguna colaboración de Felipe y una canasta postrera de Claver, España se iba con seis puntos de renta al final de los 10 primeros minutos. Una diferencia que se antojaba escasa tal y como había ido el encuentro hasta entonces.El segundo bloque empezaba de la misma manera. Con una España sinfónica en la que todos sus instrumentos se acoplaban en armonía. Un triple de Felipe, otro de Claver y dos canastas de Pau parecían lanzar al combinado de Scariolo a un final tranquilo y controlando el tempo para saber cuándo subir de intensidad y cuándo tirar de balada para tranquilizar el ritmo.
Sin embargo, la versión más batalladora de Australia apareció en escena. Los oceánicos preferían otros ritmos. Algo más físico, que se pudiera bailar con más contacto y empezaron a 'arrimarse' a sus parejas en defensa. El problema fue que en muchas ocasiones malentendieron el baile y sobrepasaron el límite con una defensa excesivamente dura que terminó por desquiciar a los españoles y por meter a los Boomers en el encuentro, como reflejaba el marcador al descanso, 38-40.
Esa sería la música durante el resto del encuentro. Un sonido más sucio y un ritmo más trabado en el que los australianos se manejaban mejor. Sobre todo, con un Patty Mills entonado que veía el aro rival como si fuera la pileta que Phelps convirtió en histórica. El nuevo compañero de Pau en los Spurs se fue hasta los 30 puntos, convirtiéndose en una auténtica pesadilla para la tela de araña tejida por Scariolo.
El base australiano, sin embargo, ya sabe qué va a encontrarse cuando llegue a San Antonio esta temporada. Un Gasol imperial que domina todos los instrumentos del baloncesto. Igual anota 30 puntos que recoge 11 rebotes que defiende. Es el hombre orquesta de España y durante el tercer cuarto fue el sostén de una selección que aguantó como pudo el envite de Mills en un tercer cuarto que terminaba 64-67 tras un triple de Mirotic.
Quedaban los bises. Ese momento de todo concierto en el que el público se viene arriba con los mejores temas del repertorio. Pero en este partido, lo que debería haber sido un éxtasis se convirtió en agonía jugada tras jugada.
Era el desenlace que el propio partido había trazado. Un final no apto para cardíacos que comenzaba con un triple del Chacho. El tinerfeño apenas había aparecido en el partido, pero es de esa clase de jugadores que no necesita acumular grandes números para ser decisivo en el partido. Y ante Australia fue uno de esos encuentros.
El cuarto acto se sucedía entre acordes de una y otra banda. Cada uno en su estilo, pero ambas llevando el duelo a un estadio de sufrimiento en el que España había salido muy mal parada en estos Juegos.Al menos hasta la fecha.
Porque ante Australia el destino quiso que la moneda cayera de cara para la ÑBA, que supo defender a Mills en los instantes finales y que esta vez sí atinó con los tiros libres en los momentos decisivos. Sobre todo Sergio Rodríguez que mostró su templanza desde el 4,60 para cerrar el partido en ataque. Pero quedaba sufrir una defensa más.
La mejor cara de España durante el torneo, la que muestra al cerrar su aro, volvió a funcionar y forzó una pérdida letal para los australianos. Era el apoteosis para una España que una vez más volvió a sonar con melodía triunfal. Un sonido que por repetido no deja de gustar.
ESTADISTICAS
Fuente. Marca.com
Comentarios