Se quedó con todo. Jugó mejor, ganó sin atenuantes, se llevó los dos clásicos en tres días, la clasificación para el Torneo Súper 8 y la copa "Convivencia en Positivo". Peñarol se impuso anoche a Quilmes, por 84 a 60, con total autoridad, y sembró numerosas dudas en las filas de su tradicional rival. El "tricolor" terminó de jugar su calendario de la fase Regional y dependerá de otros resultados para clasificar al mini certamen que reúne a los ocho mejores de la primera fase de la Liga Nacional "A" de Básquetbol.
Prolijidad y productividad. Eso tuvo el equipo de Fernando Rivero en dosis suficientes como para dejar reducido a una imagen muy desdibujada a su adversario. Prolijidad para no perder la línea defensiva en toda la noche, aún ganando por amplio margen y también para distribuir en forma muy equitativa su ofensiva (sus doce jugadores anotaron puntos), lo que le complicó la vida a la defensa quilmeña.
Y productividad porque funcionó como debe hacerlo un conjunto bien plantado. Cada pieza aportó lo suyo en cada rubro y, una vez más, los relevos dieron una mano gigante.
Las acciones no ofrecieron demasiado de entrada. Imprecisiones, roces y poco juego. Apenas habían pasado poco más de dos minutos cuando se produjo el primer chisporroteo entre Martín Leiva y Federico Marín, dos que tienen alguna cuenta pendiente de vieja data. Es más, tras un robo del pivote peñarolense al alero quilmeño, se gestó un contraataque que terminó en gol y enseguida vino la "dedicatoria" verbal.
En ese clima "picante", Luis Cequeira -muy vivo- le robó una falta antideportiva a Leiva, aunque no logró convertir ninguno de los dos libres.
A esa altura había pasado la mitad del cuarto inicial y de inmediato Tayavek Gallizi cometió su tercera falta personal y se produjo el anticipado regreso de Diego Romero, recuperado de su desgarro.
Hasta allí, el partido era un espanto. Nótese que las referencias sólo remiten a fricciones. De juego, poco y nada. A los 7 minutos estaban ¡6 a 6! y con diez pérdidas de balón combinadas entre los dos equipos.
Un par de aciertos seguidos de ambos lados hizo que se encendiera (¡por fin!) el trámite, aunque la presencia de todos suplentes más Adrián Boccia -destacada defensa sobre Walter Baxley en buena parte del primer tiempo- mostraron lo mejor del anoche visitante.
Tanto con Martín Leiva como con Gabriel Fernández situados en el poste bajo, Boccia capitalizó de la mejora manera la llegada de la doble marca para dañar con certeros cortes por el eje. La luz se estableció en el orden de los 7/8 puntos (11-19, 18-25), aunque Romero empezó a hacerse importante para sumarse a Baxley en ofensiva.
Sin embargo, cuando el pivote misionero llevaba 12 puntos, acaso para protegerlo físicamente, dejó su lugar a Rubén Wolkowyski. Quilmes prescindió de una pieza importante, pero aún así generó situaciones de juego que le permitieron acortar.
Quedó a distancia razonable (30-36) y con la pelota. Pero tropezó otra vez con su karma de no poseer un tirador a distancia confiable (Quilmes es el peor equipo de la competencia en porcentaje de tres puntos). Y lo que le falta a uno, le sobra al otro. Aún lejos de sus registros estratosféricos de otros tiempos, Peñarol puede anotar con facilidad desde lejos. Un triple de Luciano Massarelli y otro de Fabián Sahdi, la dolorosa astilla del mismo palo, estiró la cuenta a 30-42, casi en un calco del final del primer tiempo del juego del lunes.
El campeón vigente arrancó mejor el complemento y estiró ventajas (34-51), aunque la energía de Gallizi arrimó alguna esperanza para el "tricolor", la cual se esfumó rápidamente cuando el pivote santafesino cometió dos faltas seguidas y quedó excluido.
El trabajo a destajo del obrero Ivory Clark no alcanzó a disimular las enormes carencias que tuvo Quilmes adelante. Peñarol hizo un trabajo defensivo casi perfecto cerrándole los caminos para el ataque rápido, y en la ofensiva fija, sin tiro abierto (2 de 19 triples, 11%) ni gol interior, el conjunto de Leandro Ramella volvió a ser, necesariamente "Deportivo Baxley".
El "milaryitas" fue construyendo a su manera una victoria inobjetable que terminó con ciertos rasgos de paliza. Fue otro sólido partido de Sahdi, una correcta noche de J.R. Giddens, el rendidor Boccia de siempre pero por sobre todas las cosas, Peñarol tuvo un impactante juego colectivo.
Recién en el último cuarto, y cuando el campeón había llevado la brecha a los 20 puntos y la cosa parecía definida de antemano, Quilmes pudo exhibir parte de los recursos que mejor le sientan: asegurar el rebote y partir rápido y con espacios hacia el otro lado. Pudo limar la desventaja (52-65), pero aunque todavía quedaba tiempo (7 minutos), estaba demasiado lejos.
La interrupción de Rviero puso las cosas en su lugar. Peñarol manejó con inteligencia y contundencia el cierre, y dos triplazos de los pibes Jerónimo Barón y Eugenio Zustovich remataron la faena de una noche clásica que otra vez se tiñó de azul y blanco.
Síntesis:
Quilmes (60): L.Cequeira 9, W.Baxley 22, F.Marín 0, I.Clark 4 y T.Gallizi 4 (x) (FI); D.Romero 12, M.Maciel 0, L.Ortiz 0, L.Vildoza 7, R.Wolkowyski 0 y B.Sansimoni 2. DT: Leandro Ramella.
Peñarol (84): A.Konsztadt 4 (x), A.Boccia 10, F.Giorgetti 7, L.Gutiérrez 5 y MLeiva 6 (FI); G.Fernández 5, F.Sahdi 14, J.R.Giddens 10, A.Diez 9, L.Massarelli 7, E.Zustovich 4 y J.Barón 3. DT: Fernando Rivero.
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas.
Arbitros: Daniel Rodrigo y Sergio Tarifeño.
Progresión: 11-14, 32-44 y 43-63.
Fuente: La Capital
Foto Gentileza: ligateunafoto.com
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