Peñarol lo remató


Fue la noche del remate. Y la afirmación es algo más que un juego de palabras. Si algo supo Peñarol anoche fue cerrar la historia. Cuando la historia otra vez estaba indecisa a cinco minutos del final, a partir de un triple de Campazzo y con un gran "sprint" final de Franco Giorgetti, jugó el tramo epilogante con gran consistencia y se llevó el triunfo por 80 a 70. Así no sólo remató el partido. También esta apasionante serie final de cuartos frente a Quilmes con un 3-1 inalcanzable. El conjunto ?milrayitas? rubricó su octava clasificación consecutiva a semifinales y aguarda la definición de la serie entre Boca y Gimnasia, igualada en dos triunfos por bando, para conocer a su rival.

Una vez más, como en casi toda la serie, Quilmes comenzó mejor el partido. Con esa defensa individual que tanto incomodó a Peñarol. Y con Walter Baxley dominando a Fisher casi como nunca en el play-offs.

El goleador estadounidense arrancó certero con sus lanzamientos de media distancia. La ofensiva de su equipo giraba demasiado en torno suyo, pero con buenos resultados. Del otro lado, Gutiérrez y Leiva no gravitaban y el aporte de Fisher era poco menos que nulo. Campazzo, mientras, se dedicaba a hacer juego. Pero Peñarol no tenía un anotador confiable.

No extrañó a nadie que Rivero fuera el primero en pedir un minuto. Faltaban tres minutos y fracción y Quilmes, con 8 puntos de Baxley, ganaba 14 a 7.

Sin embargo, con una defensa sin concesiones, Campazzo más agresivo para atacar el aro y la aparición del tiro de tres puntos (uno de Boccia, uno de Gutiérrez y otro de Sosa), Peñarol produjo una reacción vigorosa en la recta final del cuarto y lo terminó ganando 19 a 18.

En el comienzo del segundo, Peñarol tuvo el control. Con su defensa y con las picantes habilitaciones de Campazzo a sus compañeros. Weigand, desde el banco, ingresó bien con el aro. Rivero aprovechó el buen momento y comenzó a rotar sin malos resultados.

Claro que, cuando se sentó el base, su equipo lo sintió y empezó a ceder paulatinamente el terreno que había ganado. La defensa de Quilmes no aflojó. Y, del otro lado, los de Ramella repartieron bien el gol. Con un muy importante aporte de los relevos. Piñero sumó dos triples, Vildoza entró bien con el aro y Lucas Ortiz anotó un triple de frente para coronar un parcial de 14-4 en la recta final que le permitió a Quilmes limar una desventaja de seis puntos e irse arriba 41-37 al descanso largo. Peñarol, una vez más, terminó confundido. Aunque no demasiado desgastado. Ni en faltas ni en energías.

En el arranque del tercer parcial, el equipo "milrayitas" se decidió a recargar el juego en el poste habilitando con frecuencia a Martín Leiva. Y el pivote respondió con puntos y provocando faltas personales. Pero no le sacó demasiado rédito Peñarol a esa táctica, más allá de los 11 puntos de Leiva en el parcial. Ni un solo tiro de tres puntos exitoso respaldó esa intención. Sumó, pero de a poco. Le alcanzó para empardar transitoriamente, pero no para recuperar el control del partido.

Cuando Leiva sumó su cuarta falta personal, a casi tres minutos para el cierre del parcial, a los "milrayitas" parecieron quemárseles los papeles. Por entonces, reapareció en escena Baxley, con siete puntos en el parcial, y Quilmes recuperó esos cuatro puntos de ventaja con los que se había ido al descanso.

Pero no aprovecharon los ?tricolores? esa circunstancia. Por dos motivos. El primero, sus propios, e inesperados, fallos desde la línea de libres, que le impidieron tomar distancia. El segundo, la imprevisible entrada en acción de Gabriel Fernández, quien con dos tiros de tres puntos subsanó el mal momento ofensivo de su equipo, que terminó ganando el cuarto 60 a 58.

El que se decidió a profundizar en el comienzo del último parcial fue Quilmes, aprovechando las cuartas faltas de Leiva y Fernández. Las habilitaciones a Romero le permitieron abrir una pequeña brecha y sacar del partido a este último. Pero el regreso de Leiva corrigió la flojera defensiva transitoria y un triple de Campazzo, su primero del partido después de haberlo intentado cinco veces antes, a falta de cinco minutos y medio, parecieron revivir a Peñarol. Ese tiro de tres puntos del base inauguró una racha de 8-0, completada por cinco puntos en cadena de Giorgetti, que provocaron que Peñarol despegara 74-67 en un minuto.

Fue un golpe demasiado duro para Quilmes. Ya no pudo regresar después de ese mazazo ante un rival que ya no falló defensivamente y que, además, le cargó el rebote de ataque con agresividad y eficacia.

Un triple desde la punta derecha de Giorgetti a falta de dos minutos prácticamente liquidó la contienda llevando la diferencia a 77-67.

Esa solidez final marcó la diferencia. De este último clásico. De los dos partidos finales de la serie.

Pasó un gran capítulo de la temporada. Con dos hinchadas que se quedaron cantando largo rato dentro del Poli y que le pusieron una música maravillosa a este epílogo. Para Peñarol, la historia sigue. Para Quilmes, tuvo un final más que digno.

Síntesis:

Quilmes (70): F.Sahdi 0, W.Baxley 22, F.Marín 8, M.Maciel 9 y M.Ghersetti 7 (FI); F.Piñero 10, T.Gallizi 0, D.Romero 7 (x), L.Vildoza 4 y L.Ortiz 3. DT: Leandro Ramella.

Peñarol (80): F.Campazzo 10, F.Fisher 0, A.Boccia 16, L.Gutiérrez 7 y M.Leiva 15 (FI); F.Giorgetti 12, I.Sosa 3, G.Fernández 10 (x), A.Weigand 7 y M.Ibarra 0. DT: Fernando Rivero.

Estadio: Polideportivo "Islas Malvinas".
Arbitros: Fabricio Vito-Alejandro Ramallo-Sergio Tarifeño.
Progresión: 18-19, 41-37 y 58-60.

Fuente: La Capital

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