La decisión estaba tomada. Por unas cuantas semanas, se consideraba un ex jugador. Pero el corazón, y fundamentalmente los afectos, hicieron que reviera la determinación. Dio marcha atrás, se convenció y seguirá dándole para delante. Bruno Lábaque vestirá nuevamente la camiseta número 7 de Atenas y acuna la ilusión de poder volver a los primeros planos.
El base siempre cargó con obligaciones y responsabilidades, en muchas ocasiones mayores a las necesarias, por eso ya se le ha hecho carne y sabe que la única manera de triunfar es perseverar. En esta oportunidad, un pedido muy especial, le brinda más fuerzas que nunca: el de su hija.
“Esto de seguir me tomó de sorpresa. No quería volver a jugar. Un problema personal no me tiene bien. Estaba en otra cosa y le había dicho a los dirigentes que buscaran otro base”, le contó Lábaque a PODIO. Mientras que luego, agregó: “Me llamó mi hija y me dijo ‘papá, quiero que sigas jugando’... Me pudo. Fue algo muy raro. Mi señora también me lo pidió para que mis hijos me puedan seguir viendo en la cancha. Amo jugar al básquetbol, pero necesitaba pensar, tomarme más tiempo. Pero aquí estoy, por ellos”.
- El corazón empujó más que lo deportivo...
- Totalmente. Más de una vez le dije a mi viejo que no quería hablar de básquetbol, que necesitaba charlar con él como padre por todo lo que estoy pasando. Ahora tengo que ponerme fuerte para mi gente y para Atenas. Necesito disfrutar de este deporte que tanto me apasiona.
- Te ha cambiado mucho la vida.
- Yo empecé siendo soltero. Hoy con 20 años de carrera en mis espaldas tengo tres hijos y uno en camino, que nace en dos meses y medio. Con eso te digo todo. Por haberme casado con una persona pública me dio mucha exposición, pero hoy soy mucho más perfil bajo. Es más, a veces me siento un viejo choto, melancólico, pero es inevitable. Cuando la gordita se cae (por su hija), nos caemos todos. Quiero darle lo mejor. Mi vida gira en torno a ellos.
-¿Desde ahora qué lugar va a ocupar el básquetbol en tu vida?
-Quiero que vuelva a ser como años atrás, una alegría para mí. Me propuse no asumir más responsabilidades que las que me corresponden. Quiero entrenar, jugar, divertirme y volver tranquilo a mi casa después de haber hecho mi trabajo. Eso va a hacer que rindamos, lo sé. Es cierto que se complica, pero me lo propuse. Quiero usar el básquetbol como la salida a este duro momento que estoy pasando.
-Llevándote al plano deportivo... ¿Ya pudiste hacer el duelo por la eliminación?
-No, eso me va a llevar mucho tiempo. Después de quedar afuera con Atenas salí muy pocas veces de mi casa, sólo por obligaciones. Me cuesta. Es más, no quiero ver los partidos, pero se me hace imposible por lo fanático que soy. Cuando me prendo al tele renace la impotencia, me empiezo a hacer de nuevo toda la película.
-¿Le prestas atención a las críticas?
-La gente se manifiesta con bronca. Si ganás sos Gardel; si perdés te odian y quieren que te vayas y no vuelvas nunca. Tengo 20 años en esto y se cuáles son las reglas del juego. Eso sí, lo que más jode es esa gente que te palmea y después te clava el puñal. Sé que van a volver los buenos momento, y por eso es que debo estar en guardia para cuando regresen a palmearme.
-¿Qué ya se esté armando el nuevo equipo ayuda mirar lo que viene y no lo que pasó?
-Sí, claro. Igual sigo pensando que quedamos muy en deuda, por eso es que voy a prepararme a full para lo que viene. Siempre fui competitivo. Dios quiera que pueda poner sólo la cabeza en jugar.
Fuente: La Mañana
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