9 de Julio ganó 82 a 74 y salvó la categoría. El equipo marplatense descendió al TNA sumido en su propia confusión, en un mar de fastidios y reclamos. El elenco "patriota", con sus limitaciones, fue el único que jugó algo parecido al básquetbol.
El miércoles Quilmes se salvó de milagro. Pero el básquetbol, un deporte lógico si los hay, no los admite tan seguido. Anoche jugó como el otro día, con la misma anarquía de un equipo de una categoría inferior. Y así perdió 82-74 ante 9 de Julio y se fue derechito al TNA. No tuvo ideas claras desde el banco, tampoco adentro de la cancha. Le sobraron reproches y mal humor. Los cordobeses aprovecharon la oferta y, con toda lógica y merecimiento, mantuvieron su lugar en la elite del básquetbol.
En todo momento del primer tiempo dio la sensación de que se enfrentaban el caos contra el orden. Quilmes, un conglomerado anárquico de individualidades. 9 de Julio, consciente de sus limitaciones, en cambio, fue un equipo. Los cordobeses, si bien sufrieron con Hopson, hicieron una buena defensa y atacaron con pase y opciones lógicas. A diferencia del cotejo del miércoles, esta vez sus internos establecieron una diferencia en el poste bajo, donde el equipo local dio muchas ventajas.
El elenco "tricolor", por su parte, perdía el duelo de los bases, dependía de un Hopson que tenía mucho tiempo la pelota en la mano y sufría por la apatía de Matthews, un jugador radicalmente distinto al que se quería pelear con todos los rivales cuando jugó su primer clásico con la camiseta "tricolor".
Así y todo, entre los dos anotaron 13 puntos en ese cuarto inicial. Estadística que no mide todos los que le facilitaron al rival en el otro aro por distracción o indolencia.
Tampoco los números midieron el clima interno del equipo. Nada dicen de las reacciones ya inocultables de los jugadores hacia el entrenador Luciano Martínez cada vez que proponía una variante. No fue casualidad que los cordobeses manejaran una ventaja de diez puntos (23-13), cerca del final del primer cuarto, recortada por un triple increíble de Hopson, ejecutado en el último instante y a no menos de diez metros del canasto. El 24-18 que se llevó 9 de Julio al descanso corto fue amable para lo mal que había jugado el equipo local.
Pocas cosas cambiaron en el arranque del complemento. Sin embargo, cuando Martínez sentó a Matthews para cuidarlo por las faltas y Hopson salió un rato a descansar, Quilmes pareció encontrar la brújula. Con Moodie de "2" y Piñero de 4 tuvo una ráfaga de básquetbol de equipo, más consistencia defensiva y, fundamentalmente, mucho tiro abierto. Moodie clavó dos triples, Piñero otro, y el equipo local llegó a situarse nada más que a dos puntos. En ese momento, Martínez volvió a mandar a Hopson a la cancha por Ferreyra y el envión se detuvo. Los cordobeses capearon el temporal, recuperaron el poderío de rebote ofensivo que mostraron en el primer cuarto y se fueron al descanso 43-38 arriba.
Quilmes tuvo otro momento favorable en el comienzo del complemento. Matthews volvió mucho mejor, peleó los rebotes de igual a igual y aportó gol. El equipo lo rodeó bien con confiable tiro de media distancia y con una mejoría defensiva. Así logró pasar al frente por 53-51. Pero se fue Eseverri un ratito a descansar y se resquebrajó toda la estructura defensiva. 9 de Julio encontró espacios para lastimar con sus tiros perimetrales y clavó un parcial de 12-3 con sus tiros perimetrales para ingresar al cuarto final 63-56 arriba.
Para agregarle aún más dramatismo a la situación, Cowan salió encendido al cuarto final y 9 de Julio puso más presión todavía. A falta de ocho minutos, tras un triple de Luchino, los cordobeses ganaban 70-58 y parecían tener anestesiado al equipo local, que, una vez más, no mostraba reacción alguna de juego.
Insinuó el milagro con un par de profundizaciones hacia Matthews, pero la falta de gol y de ideas fue palmaria. Aunque a 9 de Julio le costó horrores dar el golpe de nocaut, no hubo argumentos para torcer la historia.
A falta de tres minutos, como si no hiciera falta anotar, Martínez sentó a Hopson y todo el estadio se paró a insultar al DT. Una jugada después, sin rumbo, a pedido de Piñero, lo mandaba a la cancha. Luchino aprovechó para asestar una puñada lapidaria con un doble de media distancia que llevó la distancia a un 76- 68 a favor de 9 de Julio cuando restaban poco menos de dos minutos.
Esta vez no hubo milagro. El básquetbol es un juego lógico. Quilmes se hundió en un mar de confusión, reproches, caras de fastidio, discusiones y decisiones tácticas poco comprensibles.
Fue un caos. Ante un rival concentrado, prolijo, sabedor de sus limitaciones, que jugó con el orden y la solidaridad que demanda un equipo de A. Y por eso se llevó el premio que el conjunto marplatense, dentro de la cancha, no mereció.
Síntesis
Quilmes (74): N.Ferreyra 10, P.Hopson 18, G .Eseverri 2, A .Weigand 4 y C.Matthews 20 (FI); L.Truscott 5, C .Moodie 10 y F.Piñero 5. DT: Luciano Martínez.
9 de Julio (82): D.Gerbaudo 10, G .Luchino 20, J.Ayarza 14, J.Cowan 14 y S.Clancy 14 (FI); G.Torre 2, P.Orlietti 2 y E.Martina 6. DT: Sebastián González.
Estadio: Polideportivo "Islas Malvinas".
Arbitros: Alejandro Ramallo, Roberto Smith y Fabricio Vito.
Progresión: 18-24, 38-43 y 56-63.
Insultos a los dirigentes
La gente de Quilmes asumió el descenso en la Liga Nacional de básquetbol de distintas maneras. La mayoría se fue envuelta en su tristeza. Luciano Martínez se fue rápido y evitó que los hinchas la emprendieran con él. La mayoría de los jugadores se fue aplaudida. Los que quedaron insultaron profusamente a la Comisión Directiva y al manager Sergio Guerrero, en definitiva, un empleado del club. Pero, más allá de un "llaverazo" arrojado al azar y que golpeó en un integrante de la mesa de control y de una pequeña reyerta entre los propios hinchas, no hubo incidentes para lamentar en este triste final.
Fuente; La Capital
Foto Gentileza: ligateunafoto.com
Comentarios