Por el camino correcto

Asentado en su nueva vida en Estados Unidos, el basquetbolista marplatense Patricio Garino apunta a seguir su carrera en la universidad George Washington. Vía Facebook, compartió con El Atlántico los últimos tiempos de la inolvidable experiencia en la Montverde Academy de Orlando

En agosto, su vida volverá a dar un giro. Y Patricio Garino, basquetbolista marplatense, deberá pegar otro salto. Dos años después de haber pisado por primera vez el suelo estadounidense, el pibe se prepara para ingresar en la Universidad George Washington.

“Pato”, quien siempre soñó con ser alguien en el básquet y recorriendo el camino paso a paso pero creciendo en todos los sentidos, charló vía Facebook con El Atlántico, para compartir los últimos tiempos de esta inolvidable experiencia que transita.

Parece haber quedado muy lejos aquel “Básquet sin fronteras” en México, donde agentes de la NBA vieron sus condiciones, proyectaron y apostaron becándolo. “Esa noche lloré de emoción. Y a los 7 meses estaba en Montverde Academy, en Orlando”, contó Garino, haciendo una reseña del comienzo de la historia.

Luego de un tiempo lógico de adaptación, el pibe de 18 años se empezó a sentir como en casa y entonces rindió, no solamente dentro de la cancha. “Agradezco a mi director Mr. K que tuvo la deferencia de darme esta oportunidad, a mis profesores que me han guiado por el camino de la educación, y a mis coachs, que día a día van trazando mi camino y dándole forma a mis sueños”. Se toma un tiempo, hace una pausa en el relato y agradece a todos. Un gran gesto.

Además de ganarse un lugar en el equipo, ser un referente para sus compañeros, obtener el premio al mejor jugador del torneo Kingdom of The Sun en Ocala donde se coronó campeón y de ser uno de los mejores de la competencia, con récord de 13 ganados y 2 perdidos, Garino también acumuló reconocimientos “en la vida”.

Cuando regresó de su descanso en 2011, fue elegido como “prefects”, un cargo muy importante dentro de la comunidad educativa, ya que, según relató “se deben reunir un montón de condiciones para la cursada: altas calificaciones, conducta intachable, buena relación con el alumnado y con los profesores, tener condiciones de líder y ser aprobado en todas las entrevistas con profesores y personal de jerarquía y el Director”. Y sobre su función, que tuvieron solamente 11 chicos más, describió: “tenemos que revisar las habitaciones por las noches y avisar el horario de apagado de celulares y computadoras. Organizamos los viajes de cada fin de semana, colaboramos con la dirección recibiendo a las nuevas familias y a los nuevos estudiantes, y gozamos de un montón de beneficios, como por ejemplo, no tener horas de estudio vigiladas. Tenemos libertad para estudiar en nuestras habitaciones o en cualquier lugar del colegio”.

Pero, por su fuera poco, por sus méritos, fue elegido “Honor Councils”, “un grupo de 10 estudiantes calificados que tienen como función juzgar a los alumnos que cometan faltas graves, escuchar sus declaraciones y en cierto modo defenderlos si fuera necesario ante las autoridades del colegio”.

Si bien parecía ir todo muy bien, un cambio inquietó mucho a “Pato”. Kevin Sutton, su entrenador desde que entró en Montverde, no renovó contrato y llegó Kevin Boyle. “Fue duro no encontrarlo como siempre en su oficina”, dijo Garino sobre su anterior coach. “Él fue mi tutor durante mi primer año en el colegio, compartí muchos fines de semana con su familia, y los sentí parte de mi vida”, agregó. “Debía esperar la llegada del nuevo entrenador y empezar de cero otra vez para ganarme un lugar en el equipo”, dijo el marplatense.

Después de la incertidumbre, con talento y sacrificio, Garino conformó al hombre de tes blanca, que “tiene un curriculum deportivo importantísimo y su única meta es ganar”. Boyle trajo jugadores en los puestos del pibe surgido en Unión y fue muy frío en la relación con sus dirigidos, ya que “no se involucraba con nosotros en la parte personal. En la cancha éramos solo jugadores y fuera de la cancha la relación no existía”.

Llegó el momento de jugar y en los juegos de pretemporada, el pibe marplatense alternó titularidad como escolta, alero y como ala pivote. “Me dije a mi mismo que la mano venia dura. Mi cabeza daba vueltas, no sabia qué pensar. No hablaba demasiado con nosotros. Y yo me preguntaba si me estaba poniendo en todos los puestos porque en ninguno le cerraba y creía que en cualquier momento me plantaba en el banco. Pero antes de comenzar la temporada oficial, un día me dijo: Patricio, me gustas en todos los puestos, sos un jugador versátil con una excelente visión de juego, vamos a hacer una buena temporada este año”.

A partir de agosto, volverá a dejar una parte afectivamente fuerte para seguir por el camino que él desea transitar. Así como tuvo que alejarse de Mar del Plata, sus amigos y su familia, ahora deberá abandonar Orlando. “Me costará dejar todo esto. Este lugar maravilloso y mis compañeros. Somos una gran familia todos y será difícil cerrar esta etapa”, sostuvo Garino, quien eligió la Universidad George Washington, seducido por los minutos de juego que tendrá. “Con el coach, Mike Lonergan, nos entendimos desde el primer día y hablamos con claridad. Hay un pacto de compromiso entre los dos y eso me gustó mucho. Es del tipo de gente que mira a los ojos y aprieta fuerte la mano. Tengo confianza en él y sé que le trasmití lo mismo”, explicó el pibe y agregó: “mi deseo es jugar desde el primer año la mayor cantidad de tiempo posible. Pero soy consciente que me espera un gran desafío. Tendré en mi equipo jugadores que son cuatro años más grandes, pero eso no me inquieta. Mi cabeza ya esta adaptada a este sistema y me he acostumbrado a trabajar duro. He vencido muchos obstáculos en estos dos años. Tengo muchas fuerzas y mucha hambre de triunfo”.

Textuales

LA VISITA DE SUS PADRES
“Pasé las fiestas de Navidad y Año Nuevo acompañado por mis viejos que me vinieron a visitar, ya que nosotros no podemos viajar porque estamos en alta temporada deportiva. Está bueno recibir una dosis de familia, revitaliza el alma. Y me sentí acompañado en los torneos como cuando estaba en Mar del Plata. Disfrutamos mucho de esos días”.

UNA EXPERIENCIA HUMANA
“Jugamos en Memphis, a beneficio del hospital Saint Judes que lucha contra el cáncer en niños y alberga cerca de 500. Tuve la suerte de ir y me conmovió. Me di cuenta que no todo en la vida es el básquet y no se puede estar una noche sin dormir o con poca hambre por perder un partido. Hay que disfrutar la vida a pleno y sin privarse de nada”.

Fuente: El Atlántico

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