En la frontera de la perfección

Si es posible jugar un partido perfecto, Peñarol lo hizo anoche. Destrozó a Ciclista Olímpico, por 108 a 52 por la Liga Nacional de básquetbol, con un rendimiento impresionante y capitalizando al máximo todas las ventajas que le otorgó un rival limitadísimo y carente de respuestas en todas sus líneas. En el local ingresaron sus doce jugadores y todos convirtieron puntos. Una verdadera fiesta "milrayitas" en el Polideportivo Panamericano.

Aplastante. No hubo otro calificativo posible para el primer cuarto de Peñarol, que arrasó con su oponente. Y definió por anticipado el compromiso. Para que ello ocurriera, confluyeron dos cuestiones: un permisivo Ciclista Olímpico y un superlativo rendimiento del "milrayitas".

Al local le salió todo bien de entrada. Lastimó la defensa zonal con su tiro abierto, y cuando los bandeños ajustaron en el perímetro, Facundo Campazzo se "cansó" de habilitar a Martín Leiva cerca del canasto.

Al cumplirse la mitad del segmento inicial Peñarol ya ganaba 22-5 y su adversario comenzaba a mostrar síntomas inequívocos de impotencia, por los errores propios y por la eficacia extrema del bicampeón.

La máxima ventaja fue incrementándose incesantemente. En el resultado y en el desarrollo. Por un largo rato, parecía un partido entre equipos de categorías diferentes.

Y por supuesto, hubo disfrute de los simpatizantes del local, pero a raíz de tamaña superioridad, casi que el encuentro resultaba aburrido.

No hubo caso con la drástica medida del entrenador Fernando Duró, que cambió a cuatro jugadores simultáneamente. Más allá de que los relevos cumplieron una labor más digna (entre los cinco titulares de Ciclista Olímpico sólo anotaron 5 puntos en todo el primer tiempo), los bandeños entregaron poco y nada. Apenas la rebeldía de Jonatan Machuca y Eduardo Villares, pero sin juego asociado.

Peñarol convirtió 41 puntos en el cuarto inicial y cerró la primera mitad con 65. Descomunal. Porque además limitó a los santiagueños a 13 puntos en cada cuarto.

Ninguna duda de que el segundo tiempo estuvo absolutamente de más. Pero lejos de conformarse, el local fue por más. Todos jugaron y todos se lucieron. Y la prueba irrefutable fue que resultó casi imposible rescatar a una figura por sobre las demás.

Hubo dosificación de esfuerzos con los beneficios que ello implica, y la estructura nunca se resintió. Pero lo más destacable: Aún ganando por 50 puntos, la defensa del local se mantuvo inalterable en intensidad, concentración y eficacia. Resulta sencillo dejarse subyugar por los 108 tantos anotados; pero no menos llamativos fueron los 52 que le permitió a su contrincante.

Peñarol hizo todo bien. O casi. Rozó la perfección, le aplicó un durísimo golpe a un equipo súper comprometido con el descenso y, de paso, le devolvió a su archirrival la "manito" que Quilmes le había dado al ganarle al puntero Obras Sanitarias.

Sintesis

Peñarol (108): Facundo Campazzo 9, Kyle Lamonte 12, Marcos Mata 14, Leonardo Gutiérrez 16 y Martín Leiva 16 (FI); Nicolás Lauría 7, Alejandro Reinick 11 Pablo Barrios 8, Selem Safar 8, Matías Ibarra 2, Franco Giorgetti 3 y Giletto 2. DT: Sergio Hernández

Olímpico (52): Gregory Grays 7, Pablo Moldú 4, Fernando Malara 1, John De Groat 1 y Cristian Amicucci 8(FI); Eduardo Villares 14, Albert Jackson 10, Cristian Romero 0 y Jonatan Machuca 7.

Parciales: 41-13, 65-26, 90-37 y 108-52
Árbitros: Estevez-Castillo
Estadio: Polideportivo

Crónica: La Capital
Foto Gentileza: ligateunafoto.com

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