Las despedidas son esos dolores dulces

Alejandro Diez se va de Peñarol tras cinco años, ocho títulos y muchas innumerables muestras de afecto de la gente. El olavarriense, uno de los más queridos, pasará a Boca. En una extensa charla repasó su estadía y reconoció: “nunca imaginé todo esto”

Son días “moviditos” para Alejandro Diez. Dentro de poco tiempo se mudará a Buenos Aires, por eso en su departamento hay olor y ruido a mudanza. Quedan pocas cosas. Una mesa, las sillas, la computadora y la tele. La charla retumba en los rincones. También permanece el mueble donde está el “santuario de Independiente”, como él mismo lo nombra, que incluye una foto con la camiseta, un mini estadio Libertadores de América, una mini Copa y un diploma del hincha.

Sin dudas, el presente incluye varios momentos especiales, porque más allá de la decisión de dejar Peñarol para pasar a Boca a jugar más, Ale y Lucerito, su novia, esperan la llegada de Laureano, el primer hijo y también nieto, que los tiene a todos revolucionados y arribará al mundo aproximadamente dentro de un mes.

“A las 7 tengo el curso de preparto. No se puede creer jaja. Hace un rato fue mi novia, porque en esta etapa van las mujeres solas y después se suman los hombres. Es muy loco todo lo que nos enseñan”, cuenta Ale cuando baja a abrir.

Está muy ocupado aunque su profesión le de una licencia. Pero se hace un hueco y recibe a El Atlántico en su departamento. Hay un cuadro con la camiseta 4 de Peñarol, que usó en la primera Liga de las Américas; un collage de fotos con algunas sus jugadas, una pelota Molten número 3 que se ganó en la fiesta de premiación de la AdC y un regalo que le hizo la dirigencia en la celebración del bicampeonato. También una repisa que está pintando de blanco Lucerito, para el cuarto del nuevo integrante.

“Sentía adentro mío que era el momento”, suelta. Habla de la decisión de pasar a Boca, donde piensa que tendrá más protagonismo. “Es un cambio muy grande. De una ciudad chica a un mundo aparte. Espero que no sea tan difícil. Porque también voy a tener una vida nueva ¿no? Voy a formar una familia”, agrega. “Ahora nos vamos a tener que acostumbrar a lo que es la vida loca esa que llevan, el tránsito, la aceleración que tienen todos en Buenos Aires. Espero no tener ningún quilombo jejeje”, comenta después.

Sobre la decisión, Ale cuenta que “me costó bastante tomarla. Lo hablé mucho con muchas personas. Lo analicé con mi novia, con mi viejo, con mis amigos y mis compañeros del club. Pedí consejos y hablé con Leo (Gutiérrez), que primero me dijo que me quede para ganar el tri y entrar en la historia del básquet; pero después me reconoció que era mejor que no me quedara con las ganas. Charlé mucho con los dirigentes. Porque me había surgido una inquietud grande de querer probar ¿no? De intentar un desafío nuevo en lo personal, porque Peñarol está lleno de eso. Siempre pelea arriba en todos los torneos.”

Además, extiende la explicación de la evaluación al argumentar que “me había surgido esa idea. Sentía adentro mío que era el momento. Porque recién salimos campeones, ya ganamos todo, tengo 24 años y aprendí mucho al lado de grandes jugadores y entrenadores. No sé si me va a salir bien o no, pero tengo ganas de probar. Y todos me apoyaron”.

- ¿Por qué Boca?
- Tenía propuestas de otros clubes, pero prioricé la cercanía de Olavarría, donde vive la familia de mi novia y la mía. Va a ser el primer nieto de los dos lados, así que eso lo pusimos en la balanza por sobre otras cosas.

- ¿Sergio Hernández te comentó algo sobre el “Huevo”, tu nuevo técnico, a quien conoce mucho?
- No. Fui a hablar con el “Oveja” pero para agradecerle. Lo quería saludar por estos cuatro años. Es un tipo estupendo. Conmigo se ha portado bárbaro en todo. No siempre está enseñando básquet, sino que también da lecciones de vida, sobre cómo se tiene que manejar uno. Eso lo aplica al grupo y mecha cosas en las charlas. Le agradecí por todo y le pedí disculpas por si alguna vez le hice una cara mala o le hablé mal. ¡Me acuerdo que una vez me echó de un entrenamiento porque me peleé con Byron Johnson! Pero son cosas que pasaron en estos cuatro años. Me dirigió más de 200 partidos…

- Es interesante lo que decís, porque no son muchos los que se llevan bien con un técnico que le da pocos minutos en cancha.
- Tal cual. Es normal que uno siempre quiera jugar. A veces me dolía entrar poco. Pero Sergio y el mismo Leo (Gutiérrez), por quien me tocaba entrar, te tiran para adelante. Dicen que el único objetivo es ganar. Eso es algo que me sorprende. No puedo creer que ya estén pensando en el tricampeonato, y que lo hayan dicho al toque que terminó la final, en vez de disfrutar un poco. Es una obsesión de los dos con la palabra ganar. Y eso nos lo transmitieron a todos los suplentes. Entonces entrábamos tranquilos y sabiendo que el objetivo era ganar, juguemos lo que juguemos.

- ¿Cómo imaginás que va a ser el hecho de tener protagonismo? ¿Creés que te vas a destacar más en ofensiva?
- Y… me lo tendrías que preguntar el año que viene jaja. Yo me voy a preparar con todo para un desafío nuevo. Aunque en Estudiantes de Olavarría, cuando empezaba, jugué mucho más y me fue bastante bien. Por eso creo que me fueron a buscar de Peñarol. Aunque acá tuve que cumplir otro rol. Y a veces me compenetré mucho en eso de entrar a solamente defender, pero varios que me veían en los entrenamientos me decían que me animara. Leo me lo dijo, por ejemplo. Es un desafío personal. De acá a una temporada probaré si tengo que seguir siendo el guardaespaldas de alguien o jugar varios minutos más y tener protagonismo. Es mi idea, ojalá pueda jugar más.
EL INICIO DEL ROMANCE

- El “Negro” Romano te puso en Primera cuando estuvo en Estudiantes de Olavarría en la 2004-2005.
- Sí, pero no nos fue bien y se fue en la primera fase. Estaban Juan Manuel Iglesias, Barrera, Mansilla, Segura, Sesma y Eric Martin que nos dio una mano importante para salvarnos del descenso aunque fue en la última bola. Le ganamos a River en cancha de Ferro con un triple de Juan Iglesias. En la temporada siguiente arrancó Hernán Laginestra y fuimos la sorpresa con Picarelli, Muruaga, Marín y “Toñito” García, que la rompió. Llegamos hasta cuartos de final. Y después para la 2006-2007, Estudiantes decidió no hacer más Liga.

- Ahí llega tu chance de venir a Peñarol.
- En la temporada anterior tuve muchos minutos porque éramos tres internos. Me empezaron a llamar clubes a mi casa. Casualmente, hablé con el “Huevo” Sánchez y estuve cerca de venir a Quilmes. Pero Peñarol me llamó al otro día de terminar la temporada. Me llamaban todos los días a ver cómo estaba la situación. También me sondearon de Atenas y de otros clubes. Pero tomé esa decisión. Hablé con Marcos Mata, a quien ya conocía. Incluso conocí a la familia antes que se vayan a España. Sin dudas que él tuvo mucho que ver.

- Sí, incluso a Marcos le pasó algo parecido, porque también tuvo que elegir entre Quilmes y Peñarol en 2003.
- Claro. Además, mi novia también estudiaba acá así que se dio todo. Me incliné por Peñarol porque insistieron mucho y fueron hasta Olavarría a buscarme. Me han tratado bárbaro desde ese día.

SALDO MUY POSITIVO

- A la luz de los hechos, no te arrepentís de nada.
- Noooo. Nunca imaginé que iba a vivir todo esto. Aunque siempre soñé ser campeón de la Liga. Era un desafío nuevo, yo era chico y a los dos meses salimos campeones del Súper 8 en Neuquén. Armamos un equipo bárbaro con el “Negro” Romano. Era todo nuevo pero año tras año me fui acostumbrando a todo y a pelear arriba y ganar, sobre todo. Estuve en la rotación, jugué y la gente me lo reconoce. Eso es lo que me llevo, más allá de que en cinco años conseguí ocho títulos y el otro día “Tato” me dijo que estábamos en la historia porque conseguimos ocho de los nueve del club, junto con él y Marcos.

- Seguramente, a lo largo de la charla ya respondiste esta inquietud, pero sería interesante que puedas resumir qué es lo mejor que te pasó en estas temporadas con la camiseta de Peñarol.
- Lo mejor es lo extradeportivo. Más allá de que los campeonatos no me los voy a olvidar más, sobre todo la Liga de las Américas que ganamos en México, que me encantó y quedé alucinado. Pero lo que me llevo es cómo festeja la gente. Cómo valoran el esfuerzo de uno, lo que dejás en la cancha, aunque yo no soy un talentoso. El otro día, en la cena, me saludaron un montón de personas. Y muchos lloraron. Eso me va a quedar siempre en el corazón. Estoy feliz de la vida por todo lo que viví. Siempre traté de dar todo y nunca me guardé nada.

- ¿Y en lo deportivo?
- Ver que estoy en todas las fotos de los campeones. Que estoy en la historia de Peñarol. Hoy capáz que no me doy cuenta, pero de acá a diez años va a ser muy lindo. Nunca me imaginé que lo iba a vivir.

- ¿Hay algo no muy lindo que te haya pasado?
- No. Sí que el año pasado ya me habían surgido las ganas de ver si podía probar esto que voy a hacer ahora. Siempre quise jugar más, es la verdad. Pero renové y siempre disfruté al máximo todo. Tuve enormes compañeros, y con este último grupo nos llevamos bárbaro. Hasta hoy seguimos jugando al fútbol, a las cartas, comiendo asados. No tuve ningún año malo y me llevo un montón de amigos y el gran cariño de todos, que nunca me lo voy a olvidar.

- ¿Cómo va a ser el momento en el que vengas a jugar con Boca al Polideportivo?
- No sé. Es inimaginable. A veces trato de pensarlo y charlo con mi viejo. Sé que va a ser algo raro, ni hablar. Va a ser una mezcla de sensaciones. La gente me dijo que me va a aplaudir así que eso ya me va a dejar contento. Yo quería eso, irme bien del club. Y por suerte lo logré.

Un plantel de 16 fichas mayores

A modo de entretenimiento, se le sugirió a Ale Diez que armara un plantel con los compañeros que tuvo en estos cinco años en Peñarol. La idea era que incluyera a doce integrantes, como en uno profesional. Pero se le complicó. La elección que hizo contempló amistad y juego, por eso a veces tuvo que elegir más de dos jugadores por puesto.

Como bases decidió que jugara “en primer lugar “Tato”. Porque tengo un gran aprecio y lo quiero mucho. Es una gran persona. Me llevé bárbaro. Jugué muchísimos partidos y aprendí de todo. Y después lo pondría a “Facu” (Campazzo). Nos llevamos bárbaro, nos hablamos seguido y salimos. Tenemos una gran amistad fuera de la cancha. Y dentro, entramos siempre de atrás y teníamos que rendir”.

La primera complicación llegó con los escoltas. “Uy mirá vos”, soltó. Y después enumeró: “sin dudas elijo a Lamonte por todo lo que ganó en Peñarol. Y por lo bien que me llevé”; luego dijo que “en segundo lugar pondría a Muruaga y a Jackson. Elegí tres, ya sé, ahí se me complica.

Aunque me voy a quedar con “Pepe”, rescato de David su gran profesionalismo y personalidad. Llegábamos al entrenamiento veinte minutos antes y él ya estaba transpirado. Tremendo. Y a Selem (Safar) también jajaja. Lo conozco desde los 14 años. Es de mi edad y jugamos mucho en Inferiores”.

En los aleros, hubo más dudas y nombres que en la posición anterior. Ale Diez nombró a cinco. “Primero Marcos (Mata), por la amistad y por lo que es como jugador. Siempre ha sido el motor. Y lo vi crecer muchísimo. Cuando lo conocí jugaba de interno y después ¡fue a un Mundial como alero! Salir campeón al lado de él fue algo hermoso. Y de suplente, por amistad y todo me quedo con “Nico” Lauría; aunque con “Seba” (Vega) compartí dos años muy buenos y con “Manu” Locatelli salimos campeones de la Liga de las Américas. También nombraría a Pittman.”

A la hora de elegir los ala pivots, obviamente se puso él, y su compañero no fue otro que Leonardo Gutiérrez. “Ni hablar. Viví años espectaculares, aunque Osborne y Mikulas me ayudaron muchísimo. Pero a Leo lo quiero un montón y sé que el me quiere, porque me cuida y me aconseja. Lo voy a extrañar mucho. Creo que gente lo tiene que disfrutar porque es un gran líder positivo. En el vestuario, en los viajes, en la organización. En todo. Siempre tira para adelante. Aprendí muchas cosas de él y espero poder transmitírselas a alguien el día de mañana.”

El momento más gracioso llegó al tener que escoger dos pivots. Porque Ale Diez, cuando los tuvo en contra, se peleó con Leiva y Reinick, sus “soldados”. Entonces, relató que “el “Colo”, una vez cuando estaba en Deportivo Madryn, me miró la camiseta y me dijo: “Che Diez, ¿quién te conoce a vos? Y con Martín tuve un quilombo, estuvimos cerca de pelearnos en el túnel de La Bombonerita. Pero por suerte cuando fuimos compañeros limamos asperezas, charlamos tranquilos y logramos muchas cosas. Ya pasó todo eso y los elijo a los dos. Martín es otro obsesionado por ganar. Otro líder positivo. Una persona estupenda fuera de la cancha. Me sorprendió desde que lo conocí. Y con el “Colo” tengo una amistad enorme, al igual que con Román González. Hoy en día nos hablamos y me encantó compartir equipo con él. Pero lo voy a elegir al “Colo”, porque compartí tres años, y con el que estuve más tiempo dentro de una cancha. Desde el día que llegó nos unimos, siempre entrenamos en el mismo equipo y tenemos una gran relación.”

Cuando tuvo que elegir al entrenador, no dudó: “Sergio Hernández, porque me marcó muchísimo. Es una persona que simplifica todo. Se hace entender muy rápido. Da gusto escucharlo porque te va atrapando. Y de ayudante el “Negro” Romano” porque no me lo quiero olvidar. Fue el que confió en mí en un primer momento. Se la jugó cuando yo era Juvenil. Me sigue llamando para ir a los clubes donde está él.”

Fuente: Diario El Atlántico

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