Lituania revivió a tiempo y le dió un nuevo mazazo a España

España ha perdido un partido muy importante ante Lituania (73-76). Los de Scariolo iban 18 arriba en el tercer cuarto pero los bálticos lograron una remontada inexplicable. A España se le complica el cuadro una barbaridad Los mejores minutos del Mundial

“Vas a pagar los platos rotos”. No hacía falta decirlo en lituano, el baloncesto es universal. La primera posesión de los de Kemzura, se perdió en el limbo, sin llegar siquiera a rozar el aro ante la desazón del bocinazo de final de posesión. El mensaje estaba mandado y, por si no había quedado claro, se repitió durante las tres posteriores posesiones lituanas, hasta que a Jasaitis le dio por responder al palmeo inicial de Rudy.

La defensa da títulos y campeonatos como reza el topicazo, sí, pero no da ventajas si no va acompañada de puntos. Es de Perogrullo. Y España no anotaba. Garba frenaba a Kleiza, se impedían las transiciones rápidas y en estático la presión aún era más asfixiante, mas el luminoso marcaba un triste 4-4 tras lo cuatro primeros minutos y el fantasma de Francia, muy pronto, se dejaba ver en la pista.

Cuando la inspiración falla, puro sino de los dos encuentros anteriores, hay que ofrecer nuevos argumentos. Y España, por primera vez en el campeonato, los encontró. Rudy Fernández se disfrazó de Marc para oler y atrapar cada rechace del aro, Marc se puso el traje de Pau para convertirse en un referente omnipresente y Garba se vistió de Garba para recordar a aquel decisivo ala-pívot que rompía las defensas desde lejos.

Un par de triples del de Torrejón de Ardoz, unos minutos de superioridad absoluta en ambos lados de la pista por parte de Marc y la entrada de Raül López bastaron para abrir brecha (19-11, m.9). El base aportó velocidad y dio ideas frescas, algo que no pudo hacer un Ricky algo lento al que superó Kalnietis. Antes del término del primer cuarto, Rudy se atrevió a lanzar otro triple para certificar el despegue español y doblar al rival en el luminoso: 22-11.

Eran los mejores minutos de España en el torneo. Juego eléctrico, acierto exterior y defensa. Con unos días de retraso, parecían aterrizar en Turquía, máxime cuando la segunda unidad salía del banquillo con tanto hambre como Álex Mumbrú, autor de dos canastas pícaras en la pintura. 26-11, y contra Lituania. Adorables viejos tiempos. Maldito espejismo.

España luchaba contra tres rivales: Lituania, su propia sombra y la maldición de los segundos cuartos, una auténtico misterio cíclico que está hiriendo de muerte a los de Scariolo en este torneo. Con un 12-0 de parcial, cuando el conjunto verde parecía K.O. aún con tres cuartos por disputar, volvió la versión más gris de España. Aquella que transforma al respetado en batible y que convierte al fuerte en superable. Aquella que olió Francia para crecerse y que incluso Nueva Zelanda notó para acariciar la remontada.

Lituania no necesitó una vida entera para entrar en el partido. Una penetración de Delininkaitis y dos triples sirvieron para recuperar las constantes vitales: 26-19 (m.13). Aterrizaban las dudas en España. Navarro erraba sus primeros dos tiros libres del campeonato y el rebote en defensa, simplemente, no existía.

Con numerosas opciones en cada posesión, Lituania tomaba tranquilidad. Lógico mantener la calma cuando tras cada fallo atrapas otra vez el balón. Lógico creer en ti cuando te has reenganchado al partido con tu líder dormido. No tardaría en despertar. Kleiza se deshizo de las sábadas pegadas encadenando 7 puntos prácticamente consecutivos para acercar a Lituania a 5 en el luminoso (38-33), aunque un 2+1 en la última posesión de Ricky Rubio mantenía un colchón de 8 puntos para España al descanso: 43-35.

Y todos contentos. Los unos, porque pese a su pájara ya habitual de los segundos periodos, no habían tirado del todo su trabajo por tierra. Los otros, porque habían salido con vida, perdonados por un equipo que no supo matar el encuentro. No sería la última vez.

Los dos equipos regresaron de vestuarios con más descaro, para intercambiarse canastas que no cambiaban el ritmo del encuentro (47-40, m.23). Sin embargo, un par de destellos de Rudy y Garbajosa le bastaron al conjunto español para recuperar el mando del choque (52-40) y la enésima aparición de Gasol y Navarro acabó por dinamitar el partido: 61-43. O eso parecía.

Porque nuevamente, como ya ocurrió diez minutos antes, había un conjunto en la cancha que parecía pleno de confianza y otro extremadamente intermitente sin mucha fe en sí mismo. Porque la tendencia, la dinámica y el propio estado de gracia de cada contendiente estaban en polos opuesto y porque, aunque te despites, para perder 18 puntos de ventaja en 14 minutos, tienes que hacerlo muy mal.

Y España bordó el papel. Con el triunfo en el bolsillo y la renta de +7 –necesaria para evitar la tercera plaza en caso de triples empates- muy cercana, los de Scariolo, simplemente, se borraron del partido. Los suplentes se borraron del mapa y Lituania lo notó muy pronto, en el mismo tercer cuarto, para agarrarse a una remontada imposible, como ya hizo frente a Canadá 48 horas antes. Cinco puntos consecutivos de Maciulis anunciaban el temporal y una canasta de Pocius sobre la bocina significaba el primer goteo. Otro día de sol con tormenta.

Turno para Mister Hyde en su pleno esplendor. Con un quinteto inofensivo, incapaz de encontrar aro y verdaderamente perdido, la remontada era sólo una cuestión de tiempo. Maciulis, inmenso, martilleaba una y otra vez el aro español y ni siquiera la entrada de los titulares frenó la sanfría báltica. El parcial asustaba y no dejaba de engordad: 0-6, 3-14... ¡3-20!

Resucitar con triples para morir con triples era la paradoja española, que mostraba un juego plano, previsible y espeso en cada posesión, contemporizando con su cada vez más exigua ventaja y dando facilidades imperdonables en defensa que su rival no desaprovechó. Lituania no es nueva Zelanda. Dos jugadas seguidas protagonizadas por Maciulis, con robo a Rudy y contraataque culminado en mate, dejaban el marcador en un puño (64-61, m.33). ¿Cómo no iban a creer en el milagro si su propio rival también lo adivinaba?

Los de Scariolo, acostumbrados a residir siempre en el alhambre, prolongaron la agonía con una ligera mejora en ambas pistas. Navarro dio un respiro a tanto nervio (69-66) y Ricky pudo poner a los suyos con 6 de ventaja si hubiese anotado un triple. Pero los lituanos no habían nadado desde el Báltico para morir en la orilla y Kalnietis volvió a aparecer para empatar con un triple el encuentro: 71-71 (m.38).

A España sólo le quedaba agarrarse a las frases hechas para recuperar el optimismo. Y es que Lituania no terminaba de dar el golpe de gracia definitivo ni de ponerse por primera vez por delante en todo el partido. Lo tuvo en su mano Kleiza, en un balón que no quiso entrar. A la segunda si le dio por besar la red y por cambiar, ahora sí, por siempre la historia del partido: 71-73.

España, que ya se había dejado varios tiros libres por el camino, lamentó los dos tiros libres fallados por Marc Gasol, aunque recuperó la confianza cuando Pocius no sentenció desde la línea de personal, dejando aún un hilo de vida a su oponente. Restaban 6 segundos (73-76) y sólo valía el triple, con vistas a una prórroga en la que realizar con prisas los deberes atrasados.

Empero, la salida de Raül no aportó la lucidez necesaria y el balón se perdió en el limbo, en la enésima pérdida de balón de un equipo que quiso que su rival pagase los platos rotos para acabar buscando con emergencia una nueva vajilla, a poder ser con un poquito más de fe e ilusión, si quiere optar al banquete de las medallas.

Sintesis

España 73: Rudy (13), Ricky Rubio (3), Navarro (18), Garbajosa (11) y Gasol (18) -equipo inicial-, Reyes, Raúl (3), Vázquez (0), Llull (3), Mumbrú (4) y San Emeterio.

Lituania 76: Kalnietis (12), Gecevicius (2), Jasaitis (5), Kleiza (17) y Javtokas (4) -equipo inicial-, Seibutis, Maciulis (13), Pocius (13), Delininkaitis (4), Klimavicius, Jankunas (3) y Andriuskevicius (3).

Arbitros: Luigi Lamonica (ITA), Antony Jordan (USA) y Milivoje Jovcic (SRB).

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Fuente: ACB.com

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