Se negaba a desaparecer, por más que cada torneo iba desmembrándola. Acaso porque su principal referente (Emanuel Ginóbili) seguía en activo. Ahora, sin “Manu” ni Andrés Nocioni, la Generación Dorada parece definitivamente incorporada a la leyenda.
Luis Scola (36), quien anunció su intención de continuar en futuras convocatorias, será el único “sobreviviente” de esa camada inigualable que inició el camino en Indianápolis 2002. A él bien podría sumársele Carlos Delfino (se sumó en Atenas 2004), quien con 33 años y una asombrosa recuperación vale tenerlo en cuenta.
Ahora bien, el próximo compromiso trascendente en el horizonte de la selección es el Mundial de China 2019 (se jugará con un sistema de eliminatorias similar al fútbol) para el cual “Luifa” estará pisando los 40... La pregunta, entonces, salta como obvia: ¿Hay vida después de la GD?
Las potencialidades de los jugadores jóvenes es una incógnita imposible de dimensionar. Así ocurrió en el Sudamericano de Bahía Blanca, en 1999, cuando después del retiro de los Milanesio, Campana, Nicola y compañía, no eran pocos los que imaginaban un panorama negro para la selección. Sin embargo, sólo tres años más tarde Argentina dio cátedra en la cuna del básquet mundial con nombres que, a fuerza de éxitos individuales y de equipo, alcanzaron una dimensión jamás soñada.
¿Hasta dónde explotarán Campazzo, Garino, Brussino, Deck, Vaulet y una camada que creció reflejada en el mejor espejo posible? El escenario parece repetirse como aquella “foto” de 1999, con la apuesta de juveniles que, al menos hoy, parecen muy lejos de equiparar a sus antecesores. Eso sí, uno puede ser más o menos optimista, pero la intuición indica que un Ginóbili (como un Messi o un Maradona en el fútbol) sólo aparece muy de vez en cuando.
Fuente: Marcelo Farías (Mundo D)
Comentarios