El sueño de España tendrá que seguir esperando, ya que a la tercera tampoco fue la vencida. Una vez más el conjunto nacional dio la cara y demostró que a orgullo no le gana nadie, pero esas armas no fueron suficientes para doblegar a un rival con esa potencia de fuego. Los Pau, Navarro, Mirotic y compañía volvieron a dejarse todo en la cancha y pusieron contra las cuerdas a un Dream Team( 76-82) que terminó imponiendo su calidad para dejar a España sin su tercera final olímpica consecutiva.
La selección compareció en la cancha como ese ejército acorralado que se lanza a la carga contra el enemigo pese a estar claramente en inferioridad de condiciones. No había nada que perder. Con la osadía por bandera, el equipo de Scariolo salió a morder en defensa para intentar minimizar el arsenal ofensivo de los estadounidenses.
Un menester para el que Ricky Rubio se antojaba necesario. Hasta que los árbitros se lo permitieron. El base de El Masnou se fue al banquillo con dos faltas más que dudosas en apenas cuatro minutos. Es lo que tiene toser a este Dream Team, que nadie te va a dejar que lo hagas no sea que les contagies.
Mientras se protestaba cada acción, Durant ya había metido la directa y sin que nadie se diera cuenta había puesto a los estadounidenses con siete puntos (9-16) de renta en el marcador. Una ventaja que aumentó hasta los nueve antes de un primer acto en el que los de Scariolo pagaron su inferioridad en la batalla por el rebote (6-16).
El partido parecía ponerse en franquicia para el Dream Team, pero nadie contaba con la locura arbitral del segundo parcial. Dos técnicas seguidas para el banquillo español a los 50 segundos daban inicio a un festival que terminaría con seis técnicas, cuatro contra de la selección nacional y dos contra los estadounidenses. Una tormenta innecesaria por cómo se estaba desarrollando el partido.
Entre tanto, en lo poco que se podía jugar entre pitido y pitido, España demostró que quería ser algo más que el pagafantas de esta fiesta. Quería intentar pillar algo tirando de orgullo y de un Willy Hernangómez, que demostró a base de intensidad que tiene hueco en la NBA. El equipo nacional remaba a contracorriente y se acercaba a la orilla para ponerse a tres con un triple de Rudy. Una canasta que tuvo respuesta rápida al otro lado de la cancha para que Estados Unidos se fuera seis arriba (39-45) al descanso después de un recital de Thompson.
España seguía en el partido y no estaba dispuesta a despertar del sueño. Fue entonces cuando emergió la poderosa figura de Pau Gasol. El de Sant Boi (23 puntos) no entiende de dolores cuando se está jugando la vida con la camiseta del equipo nacional y con 11 puntos en el tercer acto devolvió a los suyos a un partido que parecía que se les escapaba por momentos.
Estados Unidos aparecía en el último acto con una ventaja (57-66) de nueve puntos y con las energías intactas gracias a un fondo de armario interminable. Todos aportan en un equipo que pese a no mostrar su mejor cara tiene el oficio suficiente para sacar todo adelante.
Navarro y Mirotic tomaron el relevo anotador de Gasol en el último parcial. Tiraron de arrestos y se negaron a entregar la cuchara cuando todo el mundo lo daba ya por perdido. Este equipo no. Ni siquiera se dedicó a guardar fuerzas para la batalla que le espera el domingo con un bronce como premio.
Fue más orgullo que realidad, ya que en el intercambio de golpes del último parcial Estados Unidos se veía cómodo y con una distancia de seguridad suficiente. Ni siquiera un postrero triple de Claver o las canastas de Mirotic y Sergio hicieron temblar al Dream Team .
Estados Unidos y España cumplieron el guión. Los norteamericanos metiéndose en una final para la que vuelven a ser los máximos favoritos y los españoles dejando la imagen de un equipo orgulloso al que nunca nadie debe enterrar.
ESTADISTICAS
Fuente: Marca.com
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