Si hay una característica en la carrera de Nicolás Richotti, bien podríamos buscar por el lado de la lucha constante, del sacrificio, el ir paso a paso en busca de un crecimiento constante. Así construyó su nombre en Europa, donde a los 28 años disfruta su lugar bien ganado en la Liga ACB de España con el Tenerife. Y así también es que escribe su camino en la Selección, algo que le llegó hace poco y sin pasar por formativas. Viene de dos frustraciones, el ser cortado en procesos anteriores, pero ahora va por su revancha personal: jugar el Preolímpico de México, su primer torneo grande con Argentina. El escolta bahiense habló de ese recorrido en una nueva entrega de nuestras entrevistas exclusivas. Los nuevos objetivos del grupo, la relación con Marcelo, su padre, las concentraciones, su historia con un pingüino como mascota y más.
-¿Cómo te estás sintiendo después de lo que fueron los Panamericanos y estos días de trabajo en el nuevo proceso rumbo al Preolímpico?
-La verdad es que muy bien. Estoy con confianza, el entrenador está demostrando que tiene fe en mi y eso se transmite, me hace jugar mucho más tranquilo. En los Panamericanos tuve muchos minutos y me gustó mucho, y ahora espero que en esta preparación siga la misma dinámica.
-Está claro que este proceso es muy importante para vos por lo que fueron esas dos frustraciones del 2013 y 2014, ¿no?
-Sí, sí. El año pasado me quedé ahí en la puerta, en el último corte. Fue un poquito doloroso, pero sabía que podía pasar, como puede pasar en este. Trabajé todo el año con ganas y esperando este momento de nuevo, otra oportunidad en la Selección para un nuevo torneo grande. Espero poder estar esta vez. Estoy dejando todo en cada entrenamiento y partido, esa es la manera.
-¿Qué aprendiste de esas frustraciones?
-Aprendí a tratar de ser yo. En la primera vez, en la previa a Caracas 2013, me fui con un muy mal sabor de boca porque yo no era ese jugador que había mostrado ser. Y el año pasado me fui con un sabor mejor. Había aprovechado la oportunidad y después por un tema de armado de equipo se optó por otra cosa. Este año tengo la misma dinámica, tratar de aprovechar mis minutos y ser el mismo jugador que en Tenerife. Trato de aportarle al equipo, no vengo acá a ser el protagonista. Lo mío es tratar de ayudar al equipo para que gane.
-En tu carrera parece que si no es luchado no vale. ¿Cuánto se parece tu camino en la Selección al que tuviste cuando llegaste a Europa? Porque te fuiste muy joven y la tuviste que remar desde atrás hasta llegar a afianzarte en la Liga ACB.
-No lo había pensando, pero se parece bastante. Mi camino en Europa fue desde jugar categorías muy bajas en Italia, año a año tratar de crecer, llegar a España, volver a empezar de cero, tratar de formar un nombre y hoy me encuentro con una realidad de llevar tres años en la ACB a buen nivel. Estoy contento en donde estoy. Entonces en la Selección es parecido. Tuve un par de años que me costaron y ahora de a poquito estoy sintiéndome mucho más cómodo. Ojalá siga así.
-¿A qué edad te fuiste a Europa y por qué tomaste esa decisión?
-A los 18. No fue fácil. Había tenido una experiencia en el TNA en Argentina y no me había ido muy bien. En su momento casi no tenía mercado. Entonces salió la oportunidad y yo tenía pasaporte. También tenía muchos amigos de Bahía Blanca que se estaban yendo, así que salió esa experiencia y no me arrepiento.
-¿En algún momento dudaste en ese camino?
-Yo me fui con los pies sobre la tierra, sabía que iba a ser durísimo el recorrido. Iba a ir a la sexta división de Italia y no sabía realmente con lo que me iba a encontrar. No sabía en qué nivel estaba yo. Me encontré con una categoría donde yo jugaba bien y cómodo, y a medida que pasaron las temporadas y yo seguía en la misma categoría, llegó un momento de replantearme cosas, porque había hecho pruebas con equipos de Lega Due y nadie se arriesgaba. Me pregunté qué iba a hacer con mi carrera. Hablé con mi papá y pensamos que si iba a seguir en Italia en el mismo nivel, iba a jugar de la misma manera toda la vida. Entonces tomamos la decisión de ir a España, donde no había trabas en categorías intermedias, por lo que iba a poder evolucionar en mi carrera. Ahí caigo en Tenerife, un equipo de quinta categoría. Al año siguiente en el Real Madrid en tercera categoría, y después nuevamente en Tenerife en segunda, donde después llegó la ACB.
-¿Cuándo empezaste a ver a la Selección como algo posible en el medio de todos esos años?
-En formativas no me llamaron nunca. En 2012, cuando ascendemos, me llaman por primera vez para ir a la Selección por Angola. Fueron dos partidos, pero ese llamado me hizo muchísima ilusión, me abrió las puertas para lo que podía ser algo nuevo para mi, algo que uno siempre lo está esperando y deseando. Realmente no me lo esperaba, entonces cuando me tocó me puse muy feliz pese a que fuera una gira corta.
-¿Cómo fue manejar la ilusión de chico por más que nunca hayas estado en los procesos juveniles?
-A cualquiera que le preguntes de chico te va a decir que la Selección siempre va a estar ahí como una ilusión, sobre todo al pasar la Generación Dorada, que la disfrutamos muchísimo. Uno veía y pensaba "yo quiero estar algún día ahí". Pero cuando era pibe nunca tuve la posibilidad. Jugué un Argentino con Chubut, pero a la Selección Argentina no le pasé ni cerca (risas).
-¿Qué grupo te encontraste acá? Hay muchas caras nuevas y parece tener una química muy buena pese a tener varios rangos, algunos veteranos, otros como vos con varios años de experiencia y muchos jóvenes...
-Es un grupo muy bueno. Hay mini grupos que llevamos algunos torneos juntos y nos conocemos de otras concentraciones. Lo que tiene todo el grupo son muchas ganas de demostrar que acá estamos nosotros. Eso se ve en todos los entrenamientos. También las ganas de aprender de los demás, del Chapu (Nocioni), de Luis (Scola) y de todas los entrenadores. Vamos bien encaminados. También se vio una evolución grande de varios jugadores con respecto a otros procesos.
-¿Los jóvenes te sorprendieron?
-Sí, sin dudas. A Pato (Garino) no lo conocía y me gusta mucho como juega. Nico Brussino me llamó la atención por su evolución. Hace unos años era un pibito y ahora tiene una evolución grande. Marquitos Delía también, Luca Vildoza tiene un talento increíble... Hay material, y hay que trabajarlo.
-¿Cómo se hace para convivir con esa mochila de lo que fue la Generación Dorada?
-Sabemos muy bien que una generación como esa posiblemente no se vuelva a repetir en toda la historia del básquet argentino. Entonces no nos volvemos locos con los resultados o el qué dirán. Lo que hicieron ellos será muy difícil de repetir, así que lo que tenemos que tratar de transmitir y buscar es formar una cosa paralela, una historia propia. Tenemos que demostrarle a la gente que este equipo tiene la misma mentalidad y ganas de defender los colores de la Selección. Quizás no tenemos el mismo talento, pero las ganas no nos pueden faltar. Eso tenemos que tomar de la Generación Dorada.
-¿Jugar el Preolímpico sería una revancha personal por haber dejado atrás esas frustraciones?
-Sí, sería algo muy lindo, una especie de revancha. Es cuestión de demostrarme a mi mismo que trabajando y sin rendirse nunca, las cosas llegan. Es más o menos como viene siendo mi carrera, luchada, trabajando año a año. Sería una buena prueba para mi y ojalá puede estar.
LAS CONCENTRACIONES Y EL PINGÜINO
-¿Sos el tercer hermano macana después de Campazzo y Laprovittola?
-Sí (risas). Paso mucho tiempo con ellos. Se conocen hace mucho tiempo más, pero estoy ahí pasando mucho tiempo con ellos. Facundo es como lo ves en la cancha, afuera es muy eléctrico. Tenés que conocerlo y saberlo llevar. Yo soy un poco como Nico, más tranquilo, pero también tengo algo de Facu. Somos un trío a analizar (risas).
-¿Y qué analizarías?
-Somos tres tipos con personalidades fuertes. Pero cuando estamos juntos la podemos pasar bien, nos cagamos de risa. Son ratos agradables.
-Entonces sacamos "A la cama con Facu" y abrimos "Al diván con Richotti"...
-(Risas). Y, no sé. El está celoso porque cada vez que lo ayudo un poco en su programa se piensa que se lo quiero robar. Y en realidad es para que siga subiendo.
-¿Cómo lo estás viendo en su programa?
-Va mejorando. Hay que corregir algunos errores de novatos. Por ejemplo, no se aprende las preguntas. Pero va bien.
-Ese programa reveló algo que no muchos sabían: tuviste un pingüino de mascota. ¿Cómo fue esa historia?
-Yo vivía en Rada Tilly, un pueblito cerquita de Comodoro Rivadavia, cerca de la playa. Un día nos despertamos con mi hermano y unos amigos y de repente vemos algo que estaba ahí parado en la playa. Nos acercamos a ver qué era y resultó ser un pingüino. No se movía y se notaba que estaba con petróleo, entonces lo agarramos y lo llevamos a un veterinario. Nos dio una explicación y nos dijo que generalmente salen en grupo, pero que cuando están solos es porque se van a morir. Nos dijo "si quieren llévenlo a su casa, traten de limpiarlo y vean si mejora". Entonces lo llevamos al patio de mi casa. Fueron tres o cuatro días, le dimos de comer y lo tratamos de limpiar, pero el pobre ya estaba intoxicado del petróleo y se nos murió.
-¿Qué te dijeron en casa cuando cayeron ustedes con el pingüino?
-En el barrio pasaba la gente y decía "tienen un pingüino, tienen un pingüino". Claro, no era muy normal. Pero nosotros nos cagamos de risa. Para colmo teníamos tres o cuatro perros y teníamos miedo de soltarlos, a ver si se lo lastraban. Lo teníamos solo en el patio. La verdad es que se movía poco, se nota que estaba bastante jodido. Pero lo atendíamos, le abríamos la boca para darle comida. Pero no pudo sobrevivir a la crisis.
-¿Y desde ahí tuviste algún contacto más con pingüinos, te pusiste a averiguar algo?
-No. Era normal verlos cerca de la playa, pero nadando, no era normal que salgan. Pero no tuve más contacto con alguno.
RICHOTTI PADRE Y LA FOTOGRAFIA
-Preguntarte por qué el básquet es bastante lógico. ¿Cómo es el hecho de vivir con lo que fue tu papá, una personalidad muy importante del básquet argentino?
-Es muy lindo llevar el apellido Richotti. En ningún momento lo tomo como una presión. Es verdad que no me tocó jugar en la Argentina, que si hubiera pasado habría sido muy diferente la cosa, porque hubiesen aparecido mucho más las comparaciones. El hecho de haberme ido temprano a Europa, un continente nuevo donde mi papá no era conocido, me liberó un poco de todo eso. Nunca sentí la presión de tener mi apellido en la espalda. Para mi es un orgullo, sé la carrera que tuvo mi viejo. Y trato de llevar ese nombre lo más alto posible. Sé que está muy orgulloso de mi carrera, y en parte vive a través de mi algo que él no pudo concretar, que es jugar en Europa. La verdad es que tenemos muy buena relación.
-¿Cómo es el día a día con él, se hablan mucho durante toda la temporada?
-Sí, sí. Hablamos bastante. En su momento, cuando yo era más pibe, me corregía mucho más y me ayudaba un montón en los aspectos de mi juego. A mi no me gustaba, cuando me decía algo me re calentaba, como un pendejo boludo (risas). Y bueno, a medida que fui creciendo y se empezaron a transmitir más mis partidos allá, él me empezó a ver mucho más y no es que me corrige, pero sí me ayuda mucho con los temas mentales, el llevar adelante alguna situación. La verdad es que eso se agradece muchísimo.
-¿Qué es tu viejo para tu carrera profesional?
-Fue un espejo donde verme, una motivación. Yo crecí viéndolo jugar y es verdad que nunca me sentí presionado por el o mi familia por jugar al básquet. Es algo que se dio así, entonces traté de imitarlo lo mejor que pude. Me gustaba la vida del basquetbolista profesional, lo viví desde adentro y era algo que realmente quería hacer. Entonces fue todo motivado gracias a él.
-¿Cómo nace el tema de la fotografía?
-Hace tiempo, cuando jugaba en Italia, veía a la gente con esos pedazos de cámara y decía "quiero tener una de esas". Hasta que un día me compré una, que no era una súper cámara gigante pero era algo más serio. Empecé a leer un poco y me fui enganchando. Hice un viaje y la verdad es que me gustó muchísimo el sacar fotos, el entorno, la preparación, pensar bien las cosas. Me enganchó y también tengo mucho tiempo libre, así que estudié un poco en un curso. Así que cada vez que tengo oportunidad, lo hago. Es algo que me ayuda a desconectarme. Yo soy bastante fanático del básquet y lo vivo casi 24 horas al día. Si no estoy jugando o entrenando, lo veo. Esto me ayuda a desconectar, que cada tanto viene bien. Sentarme, retocar las fotos, ver los lugares que quizás no conozco.
-Si tuvieras que hacer una foto dentro de un par de semanas en México, ¿cómo sería?
-Me encantaría como una que vi con los chicos cuando celebraban la clasificación al Mundial en 2013, después de ganarle a Canadá en Caracas. Me encantaría esa foto, y estando ahí.
Fuente: Prensa CABB
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