El pivote de apenas 23 años ya se convirtió en una de las piezas más valiosas pensando en el futuro de la Selección. Maduro, paciente y humilde, Marcos habla de todo: los jóvenes, el nuevo grupo, el Preolímpico, las concentraciones y la convivencia con el qué dirán.
Marcos Delía tiene apenas 23 años. Edad corta considerando el camino que ya recorrió en la Selección Mayor. El pivote pasó por dos Juegos Panamericanos, dos Sudamericanos, un Premundial y un Mundial, dejando en claro que su papel dentro de la nueva camada del básquet argentino es fundamental. El de Saladillo sabe que sobre sus hombros carga con una mochila importante, pero asume todos los desafíos con humildad y compromiso. Uno de ellos está a la vuelta de la esquina, y se trata de trabajar para conseguir un pasaje a los Juegos Olímpicos, la cita que le falta vivir. El trabajo, el armado del nuevo grupo, las expectativas sobre el futuro y más, en la mirada de Delía.
-Está claro que, al margen de varias caras conocidas que se vienen viendo desde hace un par de años, este es un grupo nuevo. ¿Cómo lo ves?
-Fuera de la cancha es un buen grupo donde nos llevamos bien todos. Dentro de la cancha, obviamente nos falta rodaje juntos, pero es un grupo con potencial, que tiene jugadores en todas las posiciones que pueden hacer un gran trabajo, así que va a ser importante que año a año alimentemos la confianza entre nosotros y conozcamos lo mejor de cada uno para explotarlo.
-La química es algo importante para la construcción de un buen equipo. ¿Cómo se consigue buena química, sobre todo pensando que hay varios de los chicos que no se conocían entre sí?
-Pienso que se consigue entrenando, teniendo la misma idea de juego. Y después jugando partidos, perdiendo, ganando... Creo que hicimos un buen torneo en los Juegos Panamericanos de Toronto. No pudimos clasificarnos por nada, pero así se va construyendo la química.
-¿Qué balance hiciste de los Panamericanos a nivel grupal y de experiencia?
-Nos sirvió porque enfrentamos a equipos que jugaban bien, con jugadores importantes. Y siempre los partidos internacionales son diferentes a los que uno está acostumbrado en los clubes. Obviamente que nos quedamos con un sabor un poco amargo porque no pudimos pelear por una medalla. Ganamos dos partidos, perdimos dos y tuvimos oportunidades de clasificarnos, por eso nos queda el sabor amargo. Pero viéndolo desde el lado del grupo, el balance es muy positivo porque sirvió para crear un equipo.
-¿Y desde lo individual?
-Me sentí muy bien. Hay jugadores con los que vengo jugando hace unos años, Facu (Campazzo), Laprovittola... Ya más o menos nos conocemos y se nos hace más fácil jugar. Creo que me sentí bien, tuve mucha participación en el equipo y terminé contento.
-Para este proceso del Preolímpico se sumaron dos históricos como Luis Scola y Andrés Nocioni, quienes repitieron varias veces que ya no están para tirar del carro sino para acompañar a los más jóvenes. ¿Qué te genera eso?
-Creo que aumenta nuestra responsabilidad en el equipo. Vamos a tener que tomar más decisiones, hacer otro rol diferente al que estábamos acostumbrados. Pero eso es algo que se va a terminar dando en algún momento, así que mejor que sea de a poco y con ellos acompañando y que no sea de golpe, que de un torneo para el otro no estén más.
-Hay una percepción general de ver mucho material a futuro en el perímetro pero poco en la pintura, algo histórico porque Argentina no tiene características de sacar constantemente jugadores altos. ¿Cómo tomás esas dudas sobre los internos jóvenes?
-Yo me concentro en lo mío, en ayudar al equipo en lo que más pueda y en hacer lo que me pide el técnico, nada más. Trato de no pensar en esa percepción, porque si lo hago me quitaría la concentración que tengo que poner en otro lado. La nuestra es una posición difícil, no hay mucha gente grande, así que los que estamos tenemos que tratar de ayudar al máximo.
-Desde que irrumpiste, la mayoría te comparó automáticamente con Fabricio Oberto, se te vio como su reemplazante. ¿Vos sentiste eso?
-Se habló mucho. Yo trataba de no hacerle mucho caso, trataba de concentrarme en mi carrera. Pero lo sentí.
-¿Y es muy difícil cargar con eso? No sólo para vos... Todos los chicos nuevos tienen que convivir con la carga de lo que dejó la Generación Dorada.
-Es una realidad que siempre a los chicos se los compara con los más grandes, y se les pone un nombre como esperando que sea ese jugador. Pero me parece que es importante tratar de tomarlo como una motivación, decir "se fijan en mi y me etiquetan como un jugador que en un futuro puede ser importante como ese jugador con el que me comparan". No hay que sentirse presionado, porque ahí es cuando el tema no es bueno. Quizás te piden algo que no sos y sentís que no podés. Eso puede terminar siendo perjudicial.
-Los grandes coinciden en que es el momento para que los jóvenes den el paso al frente. ¿Cuán importante es la determinación para encarar ese paso?
-Muy importante. No hay que ir con dudas, hay que entender el rol que se empieza a ocupar en el equipo. Ojo, tampoco hay que volverse loco y pensar que de golpe tenés que hacer 20 puntos y bajar 10 rebotes. A nivel internacional, con pequeñas cosas ayudo mucho al equipo, los detalles suman. Acá tenemos un buen técnico y jugadores mayores que nos van a ir marcando el camino, así que nosotros tenemos que seguirlo y hacer lo mejor posible.
-Venís de lo que fue tu primera temporada con otro rol, esta vez protagónico. ¿Cómo te sentiste durante el año en Obras, dónde creciste y a dónde vas a apuntar para mejorar?
-Me sentí muy bien. Fue una experiencia nueva, nunca había tenido este rol de muchos minutos y participación importante. El haber jugado más tiempo que en otros años me mejoró la lectura de juego. En algunas cosas me noto mejor que antes, me siento más paciente. Antes quería hacer todo apurado por tener menos tiempo en cancha. Pero esta vez me tomaba más tiempo y las cosas terminaron saliendo mejor. Me gustaría para el año que viene darle una vuelta de rosca a lo que es mi juego cerca del aro, mejorar la ejecución y la velocidad.
-¿Qué sentís cuando llegan las concentraciones de la Selección, qué son para vos?
-Es un momento especial. Parece una frase hecha, pero estar con la ropa de Argentina y ponerse la camiseta es muy lindo. Ya después de unos años se siente un ambiente más familiar y todo se hace más llevadero y lindo. Jugar con los compañeros que venís jugando hace varios años es un sentimiento lindo y vale la pena vivirlo.
-¿Hay algo que disfrutes más de este tiempo?
-Se disfruta todo, desde el primer día en el que todos llegan y empiezan a contar cómo estuvo el año y cómo le fue a cada uno. Los primeros días son de mucha charla. Y después la parte más linda es la del torneo, porque es para lo que nos preparamos, es lo que más se disfruta.
-¿Con quién compartís habitación?
-Estoy con Laprovittola. Lo separaron de Campazzo por primera vez (risas). Nico es más tranquilo, pero Facu es un poco más intenso. Aunque conmigo son tranquilos. Yo no los jodo, porque si te metés con alguno te la devuelve seguro.
-¿Cuándo empezaste a soñar con la Selección, en qué momento te pusiste como meta llegar hasta acá?
-Cuando empecé a jugar los torneos juveniles. No son como la Mayor, pero tienen cosas, y ya se siente lo lindo que es jugar un torneo internacional, te van marcando la pauta. Después se va dando año a año. Me parece que soy un afortunado por poder estar acá.
-¿Imaginabas a esta edad ya haber jugado varios torneos importantes?
-No. Y la verdad es que estoy feliz y agradecido por ser tenido en cuenta.
-¿Cómo empezó el básquet en vos?
-Empecé en Saladillo, a los 13 años. Un amigo que jugaba me dijo que vaya para probar y ahí empecé. Era más alto que la media, pero no tanto. El estirón lo pegué a los 16 más o menos. Se fue dando, empecé a probar, me gustó y ahí seguimos.
-¿Qué querés para tu carrera, qué te moviliza?
-Ahora trato de ponerme metas más cortas. Cuando era más chico por ahí quería llegar a tal cosa, pero ahora me concentro más en lo que tengo más cerca. Por ejemplo, ahora mismo pienso en esta concentración y en el torneo, después el año con Obras y ahí veré. Me gustaría mucho ir a Europa. Pero será cuando tenga que ser.
-¿Es muy difícil ser una promesa del deporte en Argentina teniendo en cuenta el nivel de existimo que hay en general?
-Sí. No sólo una promesa, sino también es difícil ser una realidad. Es un país con gente muy buena, y también otra que no sé si es muy mala, pero que no piensa mucho en el otro. Los argentinos tiene sus cosas como todos. En todo el mundo hay críticas y elogios, hay momentos buenos y malos. Hay que tratar de estar más allá de ellos y concentrarse en la carrera de uno y en su trabajo. Después, el básquet y la vida te van a acomodar para donde tengas que estar.
-¿Cómo convivís con la crítica y el elogio?
-Trato de no escuchar las críticas, y tampoco los elogios si los hay. Ni siquiera los busco. Soy justo para los dos lados. Sí tomo una crítica que me haga un compañero, un asistente o un técnico en un entrenamiento, porque es para mejorar. Lo mismo si me dicen si estoy haciendo algo bien. Yo trato de mantenerme de esa manera, porque se vuelve complicado si permito que las cosas de afuera me afecten demasiado. A veces lo terminan haciendo, porque es muy difícil mantenerse completamente abstraído. Pero hay que hacer el mayor esfuerzo. Ahora es más difícil por el tema de las redes sociales, donde cualquiera tiene acceso a todo. Yo no tengo Twitter por ejemplo. Lo tuve hace bastante y lo cerré, un poco por esto, para mantenerme un poco alejado de todo. Es un lugar donde se dice de todo, bien y mal. Yo elegí alejarme, cada uno puede elegir.
-¿Qué tan difícil es alejarse de ese qué dirán?
-Y... No es fácil. Mantenerse fuera de todo es difícil, siempre te termina llegando lo bueno y lo malo. Si llega, hay que saber diferenciar entre lo importante y lo que no lo es, lo que te ayuda y lo que no te ayuda.
-Recién hablabas de promesas y realidades. ¿Qué ves de Marcos Delía hoy por hoy?
-Un poco de las dos. Siento que puedo ser un jugador importante para mi equipo, que lo puedo ayudar para muchas cosas. Eso sería la parte de realidad. En lo referido a promesa, creo que soy joven y tengo muchas cosas por mejorar. Me doy cuenta y sé que si lo hiciera, me harían mejor jugador.
-¿Sentís que todavía no explotaste como quizás muchos esperan?
-Puede ser. Por momentos siento que puedo dar un poco más. Pero bueno, hoy en día las carreras y tiempos se alargan mucho. No es que estoy desesperado buscando una explosión. Trato de hacer lo mío día a día, y pienso que con el tiempo todo termina llegando.
-Falta bastante, todo el proceso de preparación y el torneo, pero está la chance real de que estés por primera vez en los Juegos Olímpicos. ¿Cómo juega eso, te los imaginás?
-Sin dudas. Es una de las máximas cosas que se pueden llegar a jugar. Hay gente que pagaría fortunas por poder estar ahí y no puede. Son pocos los que llegan, es un lugar privilegiado. Se puede pensar en eso, pero hay que pensar más en lo anterior, la concentración, los entrenamientos y el Preolímpico, que será un torneo muy duro.
Fuente: Prensa CABB
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