Manu quería despedirse en la cancha


Hace unos meses, después de ganar el campeonato de la NBA con San Antonio, publiqué un tuit diciendo “Estoy adentro”, refiriéndome al mundial que viene, en España. La verdad es que terminé el torneo en bastante buen estado, estaba eufórico y quería estar con los chicos una última vez. Nunca imaginé lo que estaba por venir. Después de ese anuncio, en la revisación médica habitual de salida, una resonancia magnética casi de rutina hizo sospechar sobre la presencia de una fractura por estrés en el peroné, y unos días más tarde, a mi regreso de vacaciones, una tomografía computada lo confirmó.

Ahí se complicó todo.

Los Spurs me pidieron automáticamente que no jugara el Mundial, pero no le di mayor importancia. Entendí claramente su lógica preocupación pero no coincidí en principio con los plazos de recuperación que los médicos de la franquicia aconsejaban en su informe. Busqué segundas opiniones calificadas en el tema que me dieron a entender que la fractura era pequeña y que cuarenta días desde el último partido contra los Heat hasta el primer día de concentración en Buenos Aires eran más que suficientes para curar totalmente.

Como es ya sabido, y de acuerdo a lo que había convenido con los Spurs, el 25 de julio me hice una nueva resonancia magnética y otra tomografía computada para ver el progreso en la zona de la lesión, y los médicos locales me transmitieron optimismo y buenas noticias. Pintaba bien por el momento, pero faltaba la palabra de la franquicia tras evaluar estos nuevos informes.

Hay un artículo en el acuerdo NBA/ Fiba sobre la participación de jugadores en sus equipos nacionales que dice: “Los jugadores no están autorizados a participar con un equipo nacional en entrenamientos o competencias cuando existe una razonable preocupación médica sobre que esa participación pondrá al jugador en sustancial riesgo de lesión, enfermedad u otro daño”.

Esta cláusula me complicaba, porque ya tenían el poder legal para prohibirme jugar el Mundial.
La respuesta no fue la esperada. Dijeron que dadas las imágenes recibidas, no estaban en condiciones de asegurarse que la lesión estuviera curada y que por ende seguía existiendo la “preocupación razonable”. Por lo tanto, seguían prohibiéndome jugar.

Hasta acá, el relato cronológico de lo sucedido.

Yo creo que tenía sólo una carta para jugar en esta situación, que era ignorar el pedido de San Antonio y buscar una suerte de mediación con un doctor asignado por Fiba para que definiera si dicha “preocupación” era razonable o no, algo subjetivo, por cierto.

Era lo lógico. Aunque pudiera generarme algún problema a posteriori con San Antonio era la única chance. Pero acá entra en juego otra situación más delicada para mí y definitiva para todo este tema. Para que se sellara bien el hueso y no quedaran dudas, yo había estado 42 días sin poder entrenarme como es habitual, sin poder saltar ni correr, para no poner estrés en el peroné. Y eso me hizo llegar a la concentración en un estado físico penoso.
Cuando uno tiene 37 años, no es fácil volver y empezar como si nada, por eso tratamos de acelerar un poco la puesta a punto una vez mandados los estudios. Comencé los trabajos físicos en la pileta aceptablemente, pero ya cuando pasé a la cinta empezaron a surgir varios dolores, sobre todo en el tobillo derecho y el pie izquierdo. Hice mucho tratamiento y mucha elongación y de a poquito parecía que aflojaban, pero cuando este miércoles empecé a forzar más, a correr y tirar en el parquet, al finalizar la sesión de entrenamiento reapareció el dolor en el mismo lugar del peroné de la fractura original. Eso básicamente le dio el golpe de gracia a las expectativas que tenía de armar algún tipo de plan para llegar a jugar en España, ya que pedir la mediación de Fiba quedaba sin sentido dado que evidentemente la lesión no está del todo curada.

Lamento mucho las malas noticias. Estoy triste y desilusionado. Quería despedirme de la selección en la cancha y con mis amigos, pero no podrá ser. Estaré junto al equipo el mayor tiempo posible, tratando de sumar desde afuera y apoyándolo en todo momento, como seguramente lo harán ustedes, tanto en los partidos de preparación en Tecnópolis y Bahía Blanca como por televisión durante el campeonato.

Fuente: La Nación

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