Esa fractura le cambió la vida de modos que no podía imaginar. Lo llevo a un enfrentamiento insólito con San Antonio y el dolor mayor: quedar fuera del Mundial . Ahora, en una visita a Buenos Aires para estar junto al equipo durante el torneo Tres Naciones, Manu Ginóbili pasó un día como uno más de la selección, aunque sin prácticas. "Ya no estoy", dice cargando todavía algo de nostalgia y tristeza. Poco después de las 18.30, tras compartir la merienda con sus compañeros, y mientras Luis Scola y Facu Campazzo salen adelantados rumbo a Tecnópolis para su especial práctica de tiros, él se queda un rato más para charlar con LA NACION.
No sólo la rutina de jugador se modifica. El permiso que había pedido para que sus dos hijos más grandes, Dante y Nicola, empiecen un mes más tarde la escuela, ya no tiene sentido, así que estará unas semanas más en el país y luego partirá rumbo a Estados Unidos para retomar la vida diaria y para terminar con la franquicia la recuperación de la lesión.
Pasa cerca Roberto Vartanian, el utilero del equipo, y le da un abrazo de esos que encierran la historia de toda una vida: "Para que salga esta nota, tengo que salir en una foto con el Turquito. Vení", le dice, y se le siente encima aparatosamente.
El vínculo sigue siendo demasiado fuerte. Por eso es que "no estar", cuesta más. Enseguida empieza a repasar la "novela" de la lesión. "Desde el momento en el que sentí la molestia dejé de hacer impacto y a los dos días no me dolió más. Eso lo hace un poco raro, porque me siento bien y no estoy. Es el impacto lo que me genera la molestia. Cuando salto, empujo y freno en el parquet es cuando empiezan los dolores. Así, como estoy ahora, no siento nada", relató Manu.
"En cuanto a la parte sentimental es más jodido. Estar acá, ver a los chicos, que te cuenten lo que estuvieron haciendo, te dicen cómo les fue en Brasil. Y ahora que se van a Europa, empieza la parte más linda de todas. Pero bueno, ya lo digerí un poco más. Los primeros tres días me costaron bastante pero ahora lo tomo más tranquilo", añadió.
-En tu columna dijiste que lo único que te quedaba para solucionar este problema era pedir un mediador FIBA. ¿Eso resiente la relación con la franquicia?
-Si llegaba al punto de buscar un mediador se podía resentir la relación. Porque básicamente estaría no acatando órdenes de mi equipo. Pero estaba dispuesto a hacerlo si me sentía bien y en condiciones de jugar. Cuando llegó el momento, empecé a jugar, a hacer impactos y el dolor se mantenía. Yo me conozco, es la tercera vez que me pasa esto, sé que una vez que arranca no para. No es que paro un día y ya estoy. El hueso tiene que soldar. No había soldado o algo sigue mal. En la primera práctica que sentí dolor me di cuenta de que no hay vuelta atrás. No digo que no valía la pena. Pero para qué voy a llamar un mediador si tenía todas las de perder. Para pelearla, tenía que sentirme bien y hacer que valiera la pena. Si llegaba jodido era un quilombo al pedo y no iba a jugar como yo necesitaba. Para estar presente y decir "estoy" y nada más, no era lo que yo quería. Si juego un Mundial tengo que estar bien, sumar para el equipo y sentirme bien. Cuando sentí la molestia me di cuenta de que no tenía vuelta atrás.
-¿Fue similar a lo de Pekín 2008? (N. de la R.: también sufrió una lesión y estuvo en duda hasta último momento, aunque pudo jugar y luego se lesionó en la semifinal contra Estados Unidos).
-No se llegó al punto de ahora. Llegamos a un acuerdo antes. Yo tenía seis años menos y no es lo mismo recuperar una lesión a los 31 que a los 37. Es así, en 2008 ellos cedieron y me dijeron "andá y vemos cómo sale". Me dieron el gusto. Estaba feliz, jugué y en el último partido el tobillo dijo basta. No fue un buen antecedente.
-Después de lo tuyo, viendo lo que pasó con Paul George, ¿puede haber un cambio en la relación de los internacionales con la NBA?
-No creo. Ha pasado eso en la NBA. Hay jugadores que se lesionan. Puede pasarles algo así entrenando en su casa. Con la gente y todo eso, uno se exige más. Lo de George fue una jugada innecesaria. Pero dudo que pueda llegar a cambiar el acuerdo FIBA-NBA. Es algo que pasa muy de vez en cuando. ¿Cuándo pasa eso de que un jugador se pierda una temporada entera?
-Sin embargo ya despertó quejas entre algunas franquicias.
-Como siempre pasa. Fue algo impactante, son 10 o 12 meses afuera. Es un caso muy atípico para tomarlo como una preocupación real. Obviamente, no creo que haya ninguna franquicia que hayan invertido ciento de millones en el equipo le encante que su jugador juegue otro campeonato. Es cuestión de ver cómo sigue esta historia.
-Entre la baja tuya, la de Delfino y la de Pipa Gutiérrez el equipo perdió demasiado. ¿Cómo lo ves?
-Lo bueno es que no es un cambio radical en el sentido de que hay diez jugadores nuevos. El hecho de tener a Pablo, Chapu, Leo, Luifa, el mismo Walter que ya había estado, hace que los chicos se puedan sumar a un grupo aceptable para que los nuevos se sumen con los veteranos.
-Tenés 37. Ya pensás en lo que te queda...
-No queda tanto, lamentablemente. Veremos cuánto queda. No me gusta decir cuándo se termina. Sé que esta temporada voy a jugar. Si me siento como este año, seguiré, seguro; si me siento como el anterior, no sé. La salud y la cabeza son fundamentales, más allá de lo cronológico. Deportivamente, estoy en una situación perfecta: estoy en un equipo en el que me cuidan muchísimo, en el que tengo mi papel, no me sobreexigen, tengo ascendencia con mis compañeros y reconocimiento, no necesito estar todos los días dando lección... Y si me siento como en la temporada pasada, seguramente voy a seguir.
-¿Te animás a decir que ya no vas a jugar en el seleccionado?
-Si hubiese jugado este torneo habría sido el último, seguro. Hoy por hoy te digo que es casi seguro, 98%, que no voy a jugar más. Me cuesta y va a costarme siempre retirarme de este equipo. Sé que las chances son ínfimas hoy por hoy y si tuviera que decirlo ahora diría que sí, que fue mi última oportunidad y se pasó. Pero también jugué en Londres pensando que era la última vez. Podía haber algo más, pero jugué pensando que era la última vez. Mentalmente, me retiraba en 2012. Así que por eso me costó tanto la decisión de este año, y jugar a los 37 es duro, y tras una temporada que llegó hasta fin de junio... Así que por eso dolió un poquito menos, en ese aspecto.
Fuente canchallena.com
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