El conocido amor que siente Felipe Lábaque por Atenas, en este momento, lo pone contra las cuerdas. Se siente el principal responsable por las malas decisiones tomadas. “No pegamos una”, dijo. Piensa en dar un paso al costado.
Parece haber sido la gota que rebalsó el vaso. Sufre más de lo que goza. No la está pasando bien, y lo dejó saber. Fiel a su estilo frontal y sin ninguna vuelta, Felipe Lábaque parece encarar la recta final al mando de Atenas. Los malos resultados y las decisiones equivocadas que tienen al equipo en el décimo lugar de la tabla de posiciones es algo que le cala muy profundo. Casi no lo puede resistir. Siente que es el principal responsable de todo. Por eso, impensadamente, analiza seriamente dar al final de la Liga un paso al costado.
“Estoy muy mal. Paso por un momento realmente desagradable. No me siento bien. Tengo la sensación de caído, abatido, cansado...”, así de contundente fueron las primera palabras de Lábaque en diálogo con PODIO. “Los resultados no acompañan. La actuación del equipo no me convence. Nada de lo que está pasando me hace sentir bien. Ver perder a Atenas es un sentimiento de dolor muy profundo”, agregó.
Se lo siente alicaído como pocas veces...
Es que creía que había hecho un plantel para otra cosa. Pensé que iba a tener un año mucho más tranquilo. Hago todo, me falta limpiar la cancha nomás. Pero parece que nada alcanza.
¿Esto lleva a que se lo haya escuchado hablar de retiro?
Tengo ganas de dejar todo. Busco la forma de retirarme. Pero no es sencillo conseguir quién me reemplace. Pasan muchas cosas que me desalientan a seguir, me quitan las ganas. Por ejemplo (Luis) Schenone (el actual presidente) puso su nombre y me da vergüenza haberlo hecho meter en esto. Son decisiones mías mal tomadas, y cuando empezás a equivocarte...
¿Es el momento de decir basta?
Hoy sí. Descuido la familia, la clínica, recibo todas las críticas. Estoy viendo quién toma la posta, pero te aseguro que después de Eder Baralle y yo, no quedan dirigentes que tengan tanta pasión y que lo hagan gratis y realmente por amor. Para ocupar este lugar hay que ser apasionado, y hoy no existe ese tipo de dirigentes.
Con respecto a lo de acertar y equivocarse, es parte del juego.
Son equivocaciones mías, son los jugadores que elegí yo. A los técnicos también los elegí yo. Parece que me estoy equivocando en todo, no le pegamos una. Todo lo que hacemos, lo hacemos mal. Hay que aceptarlo. En la vida hay que ser así, reconocer las cosas.
Se lo nota enojado también con el equipo.
No, enojado no. Estoy dolido. Ya no puedo ni ir a la cancha a disfrutar, porque quiero ver un Atenas ganador y me encuentro con que perdemos de visitante, perdemos de local... No tenemos parámetros de nada. Verlos putear siempre a los muchachos es duro.
“No tengo aliciente. No encuentro la manera. Seguimos remando contra la corriente, y si bien no vamos a dejar de hacerlo, cada vez hay menos fuerzas. Eso es todo. No hay más por decir”, fue la frase con la que Lábaque optó por culminar con el diálogo. Claramente, como pocas veces, se lo notó cansado.
Fuente: La Mañana
Comentarios