Con solo 22 años y un futuro sin límites, Facundo Campazzo, base de Peñarol y la Selección, reconoció que modificó algunos hábitos para cuidarse y rendir más en la cancha. La influencia de Scola, el click del Premundial, su presente personal y grupal y sus sueños, en un mano a mano extenso e imperdible
“Quiero levantarme cada día y pensar qué puedo hacer para ser un mejor jugador”. Al igual que en la cancha, Facundo Campazzo no da vueltas. Está decidido. Entre mate y mate, en su departamento, le confiesa a El Atlántico que cambió. Que maduró y creció. A pesar de sus 22 años, tiene en claro que para llegar a su techo debe cuidarse. Siente que perdió tiempo y está arrepentido de lo que hizo, pero también es consciente que le queda mucho por dar. Por eso se alimenta correctamente y se lo ve flaco, además de descansar mucho más.
Mientras acomoda camisetas regaladas por sus ídolos y amigos, cuenta que se sorprende al ver su cuerpo en fotos de acciones de juego de hace un tiempo. También confiesa que los héroes de la Generación Dorada enseñan sin hablar y que lo guiaron al cambio. Que en el Premundial su cabeza le hizo un click, que el Peñarol actual está bien y que no sabe si irá a Estados Unidos a pasar Navidad.
Obviamente, repasa también el mal momento que le tocó vivir al lesionarse la rodilla derecha, que frenó un poco su marcha pero no lo detuvo. “Tenía toda la confianza para arrancar la Liga, por lo que había hecho en el Premundial. Aunque dentro de lo malo que fue no estuve tanto tiempo fuera de la cancha. Fueron 25 días gracias a lo bien que me trataron los profesionales del club que me ayudaron en la recuperación. Sabía que iba a ser complicada la espera y que iba a estar ansioso por volver a jugar, pero tenía que ser paciente y poner la rodilla en plenitud”, suelta el cordobés que está invitado a dejar una huella imborrable en el básquet mundial.
LA LESIÓN
- ¿Qué pensaste cuando pisaste la pelota y se te dobló la rodilla?
- Cuando me caí pensé que no era nada. Aunque sentí un ruido y eso me preocupó. Después, cuando me quise levantar y estirar la pierna me di cuenta que algo andaba mal. En ese momento, cuando me latía, pensé que me había roto todo. No lo podía creer. No caía en lo que estaba pasando. Pero cuando me llevaron para atrás de la cancha de Lanús y me revisaron, me dieron tranquilidad porque me dijeron que estaba estable. Fue un esguince de grado 2. Fue malo pero no tanto.
- La lesión fue la primera cosa fuerte y mala que te pasó, dentro de una carrera corta pero llena de logros.
- Sí. Los primeros días fueron difíciles. Tenía la férula esa y quería caminar pero no podía ni flexionar la pierna. Tuve que calmarme y pensar solamente en hacer bien la rehabilitación. Fue mi primera lesión después de todo lo bueno que me pasó. Pero lo tomé como una motivación, como una fuerza para seguir duro de la cabeza. Fue una piedra y lo traté de tomar naturalmente, aunque estuve muy ansioso por volver. Le di duro a la rehabilitación. Hice pileta, doble turno de “fisio” y ejercicios en casa.
- Salvo cuando dormías la siesta o de noche, ¿en esos 25 días ocupaste la mayoría de las horas en recuperar la rodilla?
- Se puede decir que sí. Estuve todo el tiempo en la pileta, haciendo fisioterapia y con hielo “a morir”. Tratando de hacer lo que me pedían los médicos y los kinesiólogos. Todo lo que se podía hacer, que no era tirar al aro y correr, lo hice. Aunque estuve tirando un poco eh, pero de cerca, porque de lejos no llego si no flexiono y estiro la pierna. Eso me ayudó a no perder la mecánica y a sentirme contento. Sentía que cada semana veía progreso y me daba fuerzas para no aflojar.
- ¿De quiénes te sorprendieron los gestos de aliento?
- De todos. La verdad es que la gente me apoyó mucho, en las redes sociales, por mensajes o llamándome. Los que me quieren y los que no me quieren. ¡Hasta gente de Quilmes! Eso me dio confianza y fuerza.
SU PRESENTE
- De afuera se ve que estás más maduro, más enfocado en tu carrera y que te diste cuenta de que podés lograr mucho jugando al básquet. ¿Es así?
- No sé. Hasta no probarlo no lo voy a saber. Yo sé que puedo dar un paso más adelante. Que puedo subir el nivel, pero necesito probarlo. Tengo todas las ganas y la motivación para afrontar este año con todas las pilas. Y no me vuelvo loco porque pase el tiempo. Quiero vivir el presente, el día a día y tratar de mejorar. Tengo objetivos personales para poder afrontar este año y el que viene pensar qué voy a hacer.
- Lo que se observa es que te estás cuidando más…
- Creo que hice un click en el Premundial. Me cuidé todo lo que pude en la etapa previa. Me puse bien físicamente, basquetbolísticamente y mentalmente así que me fue bien. Fue gracias a mí y a los que estuvieron en ese momento aconsejándome. Me di cuenta de que puedo dar más estando bien físicamente. En la Liga puedo jugar con 90 kilos pero no es lo que quiero. Quiero exigirme al máximo personalmente. Quiero levantarme cada día y pensar qué puedo hacer para ser un mejor jugador y una mejor persona. Me estoy cuidando, me alimento bien y descanso.
- ¿Quiénes colaboraron con ese click?
- Luis (Scola) me ayudó mucho con la alimentación. El Premundial, el torneo en general me ayudó mucho para agarrar confianza. Y el haber quedado afuera con Lanús (NdR: semifinal de la temporada pasada) fue un cachetazo y yo no tuve una buena serie. Estaba mal físicamente. Todo fue una cachetada para darme cuenta de que tengo que estar bien físicamente para jugar mejor y sentirme pleno dentro de la cancha.
- ¿Podés detallar un poco lo de la alimentación?
- Saqué las harinas, no consumo lácteos y como todo los días las cuatro comidas: desayuno, almuerzo, merienda y cena. Todos los días, como si fuera un remedio. Carne, pollo, pescado y muchas verduras. Hay que comer bien, no es ninguna ciencia. Es agarrar buenos hábitos alimenticios. Y así me fui sintiendo mejor yo.
- ¿Es la primera vez que hacés dieta?
- No, hice una en Londres, en los Juegos Olímpicos, pero no me sentía con ganas. En esta estoy bien, cómodo.
- ¿Y el descanso?
- Eso también es clave. Te da energías. Me hace sentir bien.
- ¿También cambiaste algo en la preparación física y en lo basquetbolístico?
- Sí. Hay que darle al gimnasio. Tengo que hacer pesas y ponerme fuerte porque, al ser más bajo de lo normal, debo disimular esa baja estatura. Hay que hacer entrenamiento extra, tirar al aro. Porque por ahí los entrenamientos con el equipo son más sobre lo táctico y si querés practicar tu tiro tenés que hacerlo aparte.
- Es indudable que haber compartido plantel con algunos de la Generación Dorada te dejó una huella. Porque son tus ídolos y a la vez tus compañeros. Y ganaron tanto que los tenés que escuchar sí o sí.
- Claro. Pero ellos te enseñan sin hablar. Junto con Marcos (Mata), en Londres, aprendimos de mirarlos. De su profesionalismo, de sus hábitos y sus pensamientos. Y también me ayudan mucho los que tengo en Peñarol. Están Leo (Gutiérrez), “Gaby” (Fernández) y Martín (Leiva). Aprendo de ellos, Leo me ayuda muchísimo a ser lo más profesional posible. Y está contento con mi cambio.
- En el juego, ¿qué te dijeron que te falta?
- Que por ahí me ayuda ser el revulsivo pero también necesito tener pausa y lectura de juego en momentos determinados. Eso es lo que quiero aprender para esta temporada. Quiero ser un base tranquilo también. Quiero leer el juego, ver qué jugador está encendido en tal momento y para cuál es determinada ofensiva. Son cosas que quiero incorporar o mejorar. Ser explosivo me trajo hasta acá, pero hay cosas que tengo que agregarle. Por eso trato de mirar mucho a los que tengo adelante.
- ¿Como quiénes?
- Al “Lata” (Ibarra), a Nico (Laprovittola), a Pablo Prigioni o a “Pepe” Sánchez. Como no son de mis mismas características, me sirve.
- ¿Cómo se hace, a tu edad, para retar en medio de un partido a jugadores de tremenda trayectoria?
- El estar en medio de un juego y ponerme eufórico, me hace que los cague a pedos a veces, pero no soy así. A Luis no lo puedo retar y a Leo tampoco. Sí les puedo decir algo, pero a esta edad trato de mirar, escuchar y aprender. Soy temperamental pero tengo límites (risas).
¿Y LA NBA?
- Cuando dijiste que estabas descansando más y mejor, se me ocurrió preguntarte si eso te permite soñar más ya que dormís profundamente…
- (hace silencio) Sí. Sueño dormido y también despierto con jugar al nivel más alto que pueda. Quiero llegar a mi mejor versión posible. Este es un deporte colectivo y no lo voy a lograr solo, entonces para llegar a ese sueño necesito de mi equipo. Quiero ser un base ordenador, ser el entrenador dentro de la cancha. Voy a tratar de mejorar día a día.
- ¿Sos de pedir deseos en las Fiestas?
-Sí, pero no se dicen porque después no se cumplen (risas).
- ¿Dónde las vas a pasar?
- Tenía ganas de irme a Estados Unidos a pasar una Navidad distinta, pero me complica mucho no estar con mi familia en Córdoba como siempre. Vamos a ver. No lo decidí todavía pero me pareció una buena idea. También quiero ir a ver un partido de la NBA como amante del básquet. Pero si no se da, iré a Córdoba a recargar pilas también y volver para seguir entrenando y pasar Año Nuevo acá.
- ¿Cómo tomás que se diga que en ese viaje te vas a probar en la NBA, que vas a entrenar con “Manu” Ginóbili y con Luis Scola en sus equipos?
- Bien. Me gusta leer esas cosas, aunque no me vuelvo loco. Me contacté con “Manu” pero para pedirle entradas gratis (risas). Si en algún momento me invitan, buenísimo. Se dará cuando se tenga que dar.
- Sos muy inoportuno al querer ir a ver un partido de la NBA en este momento. Porque si lo hacías hace unos años no hubieras hecho tanto ruido.
- (risas) ¡Ahora puedo darme ese gusto! Es más fácil. Encima tengo la visa por 10 años, porque la sacamos con la Selección. ¡Me levanté un día y se me ocurrió hacer eso!.
ELOGIOS GROSSOS
“Greivis Vásquez se contactó por Twitter y me dijo que fuera a la NBA. Que mi estilo es para jugar ahí, mucho más que en Europa. Y en el Premundial, Carlos Arroyo me preguntó si estaba haciendo las cosas bien y que si lo hacía iba a llegar lejos. También me felicitó José Barea”.
ACTUALIDAD DE PEÑAROL
“Hubo cambios en el plantel y en el cuerpo técnico. Pero tenemos un gran equipo. El arranque fue atípico pero por suerte ganamos cinco partidos seguidos al final. Queremos que los rivales se preocupen por nosotros y no al revés. No podemos ganar jugando mal”.
Fuente: El Atlántico
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