Complicándose hasta el extremo. Así terminó derrotando la Selección Española a Gran Bretaña (79-78) en la tercera jornada de los Juegos Olímpicos. España dominó durante todo el encuentro, manteniendo rentas alrededor de los 10 puntos, con ritmo cómodo que se extendió hasta la relajación. Un pobre porcentaje de tiros libres, múltiples pérdidas, sequía en el lanzamiento exterior... y Gran Bretaña buscando el orgullo de su primera victoria, con una enorme pareja formada por Joel Freeland y Luol Deng (51 puntos entre ambos). El cóctel bien a punto estuvo de ser mortal para los hombres de Scariolo. Con tres triples finales de los británicos, José Manuel Calderón salvó el partido desde la línea de tiros libres.
Con esta victoria, la tercera, España ya está en cuartos de final y será, como mínimo, tercera. Aunque en sensaciones, el resultado es de derrota. Una derrota en sí misma y por contraste. El nivel y la mentalidad mostrados por Rusia en el bello partido librado contra Brasil son una buena muestra de los escollos que se encontrará España (sábado, 12.15 horas), si quiere terminar primera en el Grupo B.
En el inicio del encuentro, las novedades eran por partida doble. Y todas parecían buenas: Juan Carlos Navarro se vestía de corto y realizaba el calentamiento con sus compañeros... a las órdenes del preparador físico, Nacho Coque, que por primera vez en los Juegos Olímpicos disponía de acreditación para sentarse en el banquillo. Aunque, finalmente, Navarro no disputaría ni un segundo.
La tercera novedad llegaba con el quinteto inicial, pues Fernando San Emeterio veía premiado su buen partido ante Australia con la titularidad. Y respondía de inmediato, encestando la primera canasta del combinado español tras una rápida transición.
España empezaba muy cómoda en ataque, con un triple de Rudy Fernández, una buena internada de Calderón y el poderío de Pau Gasol en la zona. Aunque Freeland contestaba de forma solitaria con los 8 primeros puntos de su equipo, todos ellos de lanzamiento exterior. Con Pau y Marc Gasol de interiores –ambos hombres de pintura–, el nuevo jugador de los Blazers castigaba desde el exterior, explotando uno de los puntos flojos que recurrentemente cita el seleccionador Sergio Scariolo.
Con Freeland camino del banquillo a mitad de periodo, Luol Deng empezó a actuar como el factótum que es de en la selección anfitriona. Aunque solo anotaba uno de sus primeros cuatro tiros, en un protagonismo fallido que España aprovechaba para distanciarse en el marcador (22-11, min. 9). En estático, las combinaciones buscando a los interiores permitían a los Gasol imponer su neta superioridad en la pintura. Y, en transición, Calderón implantaba un ritmo ofensivo que generaba canastas fáciles. Todo, con la naturalidad por bandera.
Con 24-15 como resultado final del primer cuarto, España dominaba con facilidad, especialmente por su superioridad en el juego interior (13 puntos entre los Gasol e Ibaka, además de un 13-5 con sabor ibérico en rebotes). La comodidad con la que jugaban los de Scariolo era patente, y eso que la anotación se había detenido al inicio del segundo periodo. La velocidad había bajado varias millas y, con acciones ofensivas hispanas mal resueltas, Gran Bretaña aprovechó para recortar (25-20).
Poco duró la alegría local. Tras un tiempo muerto del entrenador italiano, Pau Gasol expulsó dudas con un triple y Claver, actuando de alero, anotó un segundo para poner de nuevo la máxima diferencia (31-20). Aun así, la segunda unidad (con excepción de Pau) no estaba mostrando el mismo nivel de resolución que la primera. En forma de isla, Sergio Rodríguez se inventó una de sus jugadas de fantasía después de varios minutos apagado, retratando a Nate Reinking para regalarle una canasta fácil a Sergio Llull.
La creciente intensidad de Gran Bretaña en el juego interior estaba dificultando las acciones españolas, con Claver, Felipe Reyes e incluso Pau Gasol embarullándose en la búsqueda del aro. En esas, los británicos sacaban algunas canastas fáciles, corriendo al contraataque, con interiores Pops Mensah-Bonsu o Freeland finalizando.
Más allá de la caída de la anotación (el parcial del segundo cuarto sería de 13-14), el juego había perdido varios quilates, devaluándose por medio de faltas en ataque, pérdidas y ralentización. Pero España, experta en superar trámites en primeras fases, no parecía inquietarse lo más mínimo. La comodidad no devenía superioridad del mismo modo que en el primer periodo, pero se mantenía la sensación de quietud. Una constante en un equipo español al que le hace falta más bien poco para prender la llama. Un equipo que se sigue remitiendo a los terceros cuartos para resolver partidos. En el segundo, los británicos supieron jugar con la comodidad española para recortar distancias, aunque alejados también del acierto y la brillantez.
Pasó el descanso, mas nada pareció cambiar en los primeros minutos. Ni siquiera el porcentaje de tiros libres, que era del 50%, con un pobre 6/12 en la primera mitad. San Emeterio convertido en coloso reboteador, Rudy Fernández inventándose un acrobático aro pasado, un Calderón que por un momento se volvía incisivo para crearse un tiro exterior, Mensah-Bonsu (vital) cometiendo la cuarta falta personal... De repente, mil fuerzas se concentraron en un muy reducido periodo de tiempo. Pero nada estalló.
El marcador siguió pasando sucesivamente de los 11 a los 9 puntos de diferencia favorable para España. Los de Scariolo parecían seguir aplazando la resolución de un partido en el que seguían actuando en modo primera fase. Freeland, con la ayuda de Deng, mantenía a los suyos en el encuentro. Cada ataque positivo de los británicos enardecía a la grada, que llenaba el Basketball Arena londinense. Aunque a la hinchada inglesa se le torcía la emoción cuando Luol Deng cometía su cuarta falta personal (técnica tras una falta ofensiva forzada por Marc Gasol).
Las circunstancias externas seguían favoreciendo las perspectivas españolas. Y las circunstancias internas también. Una enorme combinación fraternal entre pívots, un pase por la espalda de Rudy para que resolviera Ibaka... Mas los puntos espectaculares eclipsan pero no esconden los del rival. Y Gran Bretaña seguía anotando al mismo ritmo. Así, se mantenían en la misma horquilla de diferencia que venían recorriendo en los últimos minutos. España no sufría, pero tampoco lo hacía Gran Bretaña. El statu quo se mantenía sin que nada de lo que sucediera pudiese hacer pensar en una alteración sustancial.
El último periodo empezaba con tiros libres de Llull, tras una técnica británica cobrada entre cuartos. Pero todo seguía igual, excepto el nivel del partido, que entraba en caída libre, con dos minutos sin anotación de ninguno de los dos equipos. España encadenaba pérdidas y faltas en ataque sin que pareciera inquietarle.
Hubo de salir Pau Gasol para recibir un balón al poste bajo, captar todas las miradas y servir un pase para que Calderón anotara un triple. El extremeño rompía así la racha desde el 6,75, que hasta ese momento era de 3/15.
Pero el guion ya estaba roto. Los minutos de lucidez que caracterizaron a España en los terceros cuartos ante China o Australia no llegaron en ese periodo y tampoco lo hicieron en el último. Así que Chris Finch echó el resto. Metió en pista a Deng pese a sus problemas de faltas y este respondió, colgándose el equipo a la espalda para dejar la diferencia en solo seis puntos (64-58, 66-60). España se había complicado oficialmente el partido y Scariolo se veía obligado a reconstituir el quinteto inicial para no sufrir un sobresalto mayor en lo que estaba siendo una pesada y larguísima digestión.
Era el momento de asegurar en las armas. Pau y Marc empezaron a imponerse en la zona, con cuatro puntos y la expulsión de Mensah-Bonsu. Pero ni eso parecía servir. El monólogo de Deng empezaba a adquirir tintes míticos, jugándose cada balón con éxito (bien acompañado por un triple de Freeland).
A falta de tres minutos, España solo ganaba por tres puntos. Y el Basketball Arena ya se volcaba con los suyos, que estaban más cerca de la victoria de lo que lo habían estado en todo el encuentro. La corriente era contraria a los españoles, así que mejor navegar con barca grande. Los Gasol anotaban desde el tiro libre, pero la pareja Deng-Freeland rayaba a un enorme nivel. De juego y de confianza, que desbordaba en sus dos solas figuras al conjunto español al completo.
Cuatro puntos seguidos de Freeland ponían a los británicos a dos puntos (71-69) en el último minuto. Era entonces cuando, con balón de los anfitriones para empatar o ponerse por delante, Fernando San Emeterio robó un balón providencial que culminó Calderón. Acto, seguido, Deng la volvió a perder, tras enredarse en el bote, y de nuevo Calderón aprovechó para anotar dos puntos (75-69).
Pero la pesadilla española todavía no había acabado. Clark anotó un triple tras capturar él mismo el rebote ofensivo ante una tibia defensa. 75-72 con 28 segundos por jugarse. Calderón, el hombre del final del partido, volvió a poner tierra de por medio. Pero los británicos decidieron que, una vez llegado a ese punto, no había más que morir matando. Eso hizo Reinking con el triple (77-75). Calderón volvió a la línea, para sumar dos más (anotó los seis finales sin fallo) y Gran Bretaña se vendió a la locura.
Balón a Deng y... ¡triple por encima de Calderón! El tercero en tres ataques. El tiempo moría, Gran Bretaña trataba de hacer falta y Calderón corría de un lado a otro para evitarla. El tiempo murió. 79-78. El seleccionador Chris Finch protestó amargamente a los colegiados, con los que se mostró crítico durante todo el encuentro. Y España se salvó de la quema a costa de dilapidar sensaciones.
Fuente: ACB.com
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