Lábaque: Venimos de un fracaso y hay que levantarlo


Pasaron casi cuatro meses. Parece una eternidad. ¿Tendrá peso la eternidad? Seguramente, sería mucho. Y quizá sea lo que siente sobre sus hombros hoy tras aquella temprana eliminación de Atenas, que terminó la última Liga Nacional en el puesto 12, la peor ubicación de su historia. Bruno Lábaque es uno de los dos sobrevivientes de ese equipo. Visceral, con la boca llena de frases y unas ganas contenidas que llegaron a su límite. En diálogo con Día a Día, desparramó sus verdades, hablando de todo.

“Al equipo que se armó ahora lo veo bien en nombres. Pero todo dependerá de la química. Del fracaso de la temporada pasada quedamos dos. Lo que quiero es que los que se suman ahora sean conscientes de lo que nos jugamos este año. En nombres está bueno. A mí, Román González me encanta. Dejó sus problemas atrás y, si viene y se dedica a jugar, es un jugador que te permite soñar con poder estar arriba”, tiró de entrada.

–¿Las razones del 12º puesto?
–La responsabilidad fue nuestra, de los jugadores. Fue una Liga rara. Un mes antes, o menos, teníamos chances de entrar entre los cuatro primeros. Pero perdimos partidos claves y nos tocó Regatas. Al segundo partido en Corrientes lo merecíamos ganar. Pero en el deporte no se gana por merecimiento. Estábamos nueve puntos arriba, faltando dos minutos, y lo cerramos mal. Si ganábamos ese juego, la serie cambiaba.

–Vas a ser el único base mayor del equipo. Qué responsabilidad...
–Tengo 34 años y me animo. Pero siempre está el riesgo de lesionarse. Y yo vengo de varias. Pero ahora tengo un parate bastante largo para prepararme bien. Si fuera por mí, haría lo que hizo Peñarol con Campazzo. ¿Cuántos se animaron a darle la oportunidad a los chicos? Hoy Facu es lo que es porque la tuvo y la aprovechó. Atenas le da la chance a Bruno Colli, que me encanta como juega. Y no te olvides de este nombre: Nicolás Zurschmittenn. Justo es en el puesto mío y habrá algunos que dirán que es porque yo quiero jugar muchos minutos. No; lo que yo quiero es jugar 20 y descansar. Voy a dar la vida para que a estos chicos les vaya bien. Antes de empezar el Encestando por la Juventud (un torneo U19 que organiza Atenas), lo agarré a Nico y le dije que lo venía a ver a él. Le regalé unas zapatillas porque lo quiero tener contento y con confianza. Yo sé lo que es estar en el lugar de ellos, porque a mí me pasó cuando era suplente del más grande, Marcelo Milanesio. Y no es que yo sea un grande, pero quiero que me vean como a un compañero con el que pueden contar. Van andar muy bien. Tienen que ser caraduras y jugar con confianza. Si no apostás, no ganás.

–¿Qué te genera que digan “que se vayan los Lábaque”?
–Si se va Felipe Lábaque, acá no queda nada. Ya pasó eso y así estuvo Atenas. Pensando como hijo, ojalá mi viejo dejara, con todo lo que reniega y lo que pone. Preguntale a los sponsors porqué están. Pero la gente es hincha y esas cosas no las piensa. Ojalá se vaya, recupere toda la que puso y me la dé a mí. ¿Sabés qué fácil sería quedarme en casa mirando los partidos por tele? ¿Cuántas pruebas más tengo que rendir en Atenas? Se fue Milanesio y salimos campeones. Se lesionó Milanesio y estábamos primeros. Y agarré el equipo. Salí campeón con Marcelo y sin él. Y no es de soberbio. Es la realidad. Para nosotros, es un amor de familia. Mi abuelo fundó este club. Y esos mismos que critican son los mismos que después te cruzan en la calle y te dicen “vamos este año, ¿eh?”. El hincha es así. Yo cuando iba al Corazón de María como hincha hacía lo mismo. Pero ojalá que todos esos que escriben y putean vayan a la cancha. Si, de diez, vienen once a garronear la entrada. Si todos los que hablan, fueran a la cancha, la llenamos y no jugaríamos con 100 personas. Y después te putean porque no hay entradas cuando Atenas llega a una final y no hay lugar en el Orfeo. No tengo nada contra Talleres, ni ningún otro equipo de fútbol. ¡Pero van 40 mil personas a ver el Argentino A! Mirá lo que le pasó a Riquelme ahora. Se cansó. Moco que había en Boca era culpa de Riquelme, sin que nadie sepa las internas de un vestuario. Yo lo entiendo a Riquelme. Acá, cada vez que hay un quilombito, me digo “uhhhh, la que me voy a tener que fumar ahora”. No se puede salir a desmentir todo lo que dicen. Resulta que discutían los otros y después uno es la bosta. Pero eso pasa cuando perdés; cuando vas ganando, sos un fenómeno. El resultado marca todo. Nalbandian perdía y estaba gordo. Nalbandian ganaba y estaba flaco como nunca. Y estaba siempre en el mismo peso.

–¿Y no te cansa?
–Soy un tipo bastante competitivo y el desafío que más me gusta es callar bocas. El día que sienta que no puedo jugar más y que le voy a hacer mal a Atenas, seré el primero en decirlo y aceptarlo. Preguntá cuál es el jugador al que Atenas más le debe. Otros chicos necesitaban más el dinero, que es lo que tenían que cobrar, y dije que les paguen a todos así se iban tranquilos. Yo tengo mis años en esto y me puedo dar esa posibilidad. Incluso, un tiempo me cobré trayéndome un sponsor. Y son cosas que la gente no sabe. O dicen que ando de joda. Sí, salí. Pero siempre cuando correspondía. Sino, que vengan y me digan. Muchos creen que estaba de joda porque me casé con una persona pública como Pamela David. Y me terminé separando por todo lo que sufrí en ese ambiente, que es muy complicado.

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“Hoy Peñarol es el Atenas de antes”

A lo largo de la charla, Peñarol sonó varias veces. Es que el equipo marplatense es el claro referente actual del básquet argentino: “Así como antes todos miraban a Atenas, hoy todos miran a Peñarol. Mirá todos los pibes de sus inferiores que hoy están jugando en la Liga. Y se conocen y el equipo juega cada vez mejor. Tienen química. A eso debemos apuntar”.

–Y que Peñarol hoy haga lo que hacía Atenas antes, ¿qué te genera? Viviste los dos momentos.
–Un desafío. Hoy el rival al que todos le quieren ganar es Peñarol. Cuando jugás contra ellos te potenciás y entendés a los jugadores que, cuando enfrentaban antes a Atenas, dejaban la vida. Peñarol tiene a Leo como as de espada, que te maneja la Liga de taco y a un jugador medio pelo lo hace figura. Eso hacía Milanesio antes.

–¿Y puede volver a eso Atenas?
–Hasta que no tengamos un proyecto de dos o tres años, será muy difícil. Necesitamos una columna vertebral de cuatro o cinco jugadores. Nosotros llegamos a una final con un equipo del que todos decían que iba a estar abajo. Y eso lo logró un grupo humano tremendo, cosa que este año no tuvimos. Fue todo lo contrario.

–Hicieron varias reuniones.
–Si vas a una charla a mirar el reloj para ver cuándo termina la reunión, las palabras que se dicen no te entran. Si vos le tenés bronca a un jefe, seguro le decís que sí a todo y por dentro estás pensando “¿cuándo termina este culiado?”. Una cosa es decir que querés revertirlo y otra querer hacerlo.

–¿Y qué se quebró?
–El grupo. Éramos dos o tres por un lado; dos o tres, por otro. Esto es un trabajo, pero jugadores a los que les importe realmente ganar hay muy pocos. Y ya no te hablo de Milanesio porque hay muchos chicos que no lo conocen. Pero preguntále a Gutiérrez si le da lo mismo entrar a un vestuario en el que se hable de cualquier cosa después de perder. ¿No se enteró todo el mundo que lo cagó a pedos a Campazzo en la final? Pero si lo hago acá, después de perder varios partidos seguidos, soy un ogro y dejo de ser un líder positivo.

–¿Le hacen falta más referentes al equipo?
–Sí. Ojalá venga uno que me grite. Cuando se me sale la cadena te juro que es porque no doy más. Atenas es un monstruo. Cuántos pasaron sin pena ni gloria. En el partido con Regatas que ganábamos por nueve puntos nos cagamos. Nadie la tiraba, nadie la tenía. Y terminé tirando cualquier cosa. Y, después, te tenés que meter en una burbuja y aguantar las críticas.

–¿Cómo estás con lo de Gabini?
–Él es un tipazo, pero tiene reacciones como las que vieron. Me comí un bollazo y después se armó todo porque mi viejo reaccionó como cualquier padre lo haría. Tocáme a mi hijo y ¿sabés cómo te busco? Roberto se enojó porque no hice nada cuando lo cortaron de Atenas. Tuvo malas reacciones en las prácticas y no pude hacer nada. Él era mi amigo. Pero pasé a ser el hijo de puta por ser el hijo del Felo.

–¿No hablaste más con él?
–No, ni me interesa. Nunca hablé del tema. Él dijo que yo era el mimado, pero nunca dijo que yo le hice algo. El que se comió los puntos en la cabeza fui yo y la suspensión se la comió mi viejo. ¿Sabés lo que es para mi papá no poder ir a la cancha? Cuando me dieron la plaqueta por no sé qué cosa me la tuvo que dar mi vieja. ¿Sabés la tristeza que tenía el Felo por no poder estar ahí? La gente no sabe lo que reniega mi viejo para que esté todo bien en Atenas. Hoy reniega porque el gobierno no paga. Y qué hace, ¿magia? Si mi viejo se va, van a poder venir a ver sólo los partidos de la local.

–Hablando de personalidades fuertes, viene Román. ¿Habrá cortocircuito entre ustedes?
–Todos saben lo que es Román si está bien. Entonces lo ayudemos a que esté bien y le demos la chance de demostrar sus condiciones. Es el mejor pivot. Si vos lo escuchás, parece un chico de 20 años con las ganas que tiene. Creo en él. Es un talentoso, como el Loco Montenegro. Le dije que me saque campeón.

–¿Será más bravo este año?
–Sí, pero está bueno; te da más responsabilidad. Pensé en un cambio de aire, pero no soy cómodo. Cuando estuve en España salí el mejor recuperador de pelotas y tuve ofertas para seguir allá. Pero me tuve que volver por un problema familiar. Pero a eso nadie lo ve. El único jugador en la historia de Atenas que salió de las inferiores soy yo. Los otros fueron todos reclutados o vinieron de grande. Yo estoy desde los siete años. Mirá si no voy a querer ganar con Atenas. Y me llamo Bruno, como el fundador del club, mi abuelo. Tengo la ilusión que tendrán todos los jugadores para la próxima temporada, pero con la espinaca de Popeye de lo que fue el papelón de la campaña pasada. Quiero borrar ese papelón y tener un buen año y, sobre todo, tranquilo.

-Cuando se armaba el equipo, se habló de Oberto y de Herrmann...
-Hablé con los dos y les pedí por favor que vinieran. Fabricio es como un hermano y le dije que ya le había cuidado la 7, que se la devolvía. Pero tiene sus problemas familiares y lo entiendo. Yo tengo una hija que está en Buenos Aires esperando por un trasplante de hígado. Mirá si no lo voy a entender y respetar que él hoy tenga la cabeza en otra cosa. Y mirá que estoy desesperado porque juegue en Atenas por lo que puede generar su sola presencia. Pero, como amigo, lo felicito por cómo actúa y las prioridades que tiene. Y Walter no tiene ganas de jugar al básquet. Lo entiendo y lo respeto. Ojo que sus presencias no te aseguraban nada. Capaz que los que están terminan dando más que lo que ellos hubieran podido aportar. Pero ellos me sacaron campeón a mí. Cómo no los voy a querer.

–¿Fabricio se merece otro cierre para su carrera?
–Sus problemas están y lo banco a muerte con eso. Pero le dije que se merece retirarse de otra manera. Ojalá pudiera jugar un año y divertirse, por todo lo que trabajó y le dio al básquet argentino. Ahora, ¿sabés qué lindo hubiera sido tenerlos a los dos? Sólo me hubiera dedicado a pasar la pelota y a venir calladito de atrás. Je.

Fuente: Dia a Día

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