Una vez más vapuleó a Quilmes en el superclásico. El campeón estableció diferencias lógicas. Plantó su defensa, sacó rápido la ventaja y después la reguló a su antojo. Como ocurre desde hace mucho tiempo.
Hace tiempo que por aquí, en cualquier discusión de café, no tienen sentidos las predicciones en relación al superclásico marplatense en la Liga Nacional de básquetbol. Hace rato que, con sus grandezas y miserias, los dos protagonistas le ponen el papel carbónico y salen todos igualitos. Peñarol liquidó el partido en el primer cuarto y ganó en definitiva por 87-72 por la duodécima fecha de la primera fase.
El desarrollo del superclásico no se desvió ni un poquito de lo que casi todo el mundo esperaba. Fue el desigual duelo entre un campeón y un rival lleno de problemas, apenas un proyecto de equipo, vacío de jerarquía individual y de sentido colectivo.
Bastaron un par de minutos para que ya todos los que fueron al Polideportivo supieran lo que iban a ver a lo largo de toda la noche. Si Peñarol no superó la diferencia histórica de 32 puntos en el historial del clásico fue sencillamente porque no se lo propuso, porque en la cabeza de Sergio Hernández estuvo primero la idea de repartir minutos lo más equitativamente posible y de no arriesgar más de la cuenta teniendo en cuenta que el miércoles su equipo tendrá que enfrentar a Boca.
La seriedad con la que el bicampeón de la Liga Nacional asume cada compromiso hizo toda la diferencia. Un Peñarol decidido a defender es demasiado para un rival con tan poca categoría. Entonces, lo de siempre. Que Leiva dominó cómodamente a Howell y lideró el rebote, que Campazzo se comió a Ferreyra en en el duelo de bases, que el resto estuvo en la misma sintonía y que la diferencia de efectividad en el tiro exterior fue escandalosa.
Antes de los tres minutos Peñarol ya se imponía 11-2 y parecía estar todo dicho. El equipo de Hernández hería cuando iba a buscar tiros cortos y sobre todo cuando ejecutaba de tres puntos. Cuando Quilmes logró medianamente hacer pie en el partido, ya estaba claramente abajo.
Logró plantar su defensa promediando el cuarto y se sostuvo un rato en el marcador. Pero adelante no le salió nada. Hopson, empecinado, no hizo más que chocar. Y el tiro abierto, como en el primer clásico de la temporada, le dio decididamente la espalda. (¿Tendrá algo que ver que apenas entrena en la cancha que juega?)
Sin un mísero triple en el primer tiempo, con apenas dos en todo el partido, era imposible para el equipo de Daniel Maffei sostener cualquier pretensión de ganar el partido. Para colmo, cuando ingresó Lamonte al partido, Peñarol sumó una variante ofensiva de peso más para complicarle la vida a su rival.
La diferencia, a falta de siete minutos para el final del segundo cuarto, trepó a una máxima de diecisiete puntos: 26 a 9. Entonces, Hernández decidió darle ingreso a los relevos y el cotejo ingresó en una meseta. Peñarol perdió efectividad con su tiro abierto y reguló el desarrollo y la ventaja con la dureza de su defensa y los aciertos individuales de su extranjero.
Cuando Quilmes amagó acercarse a la barrera de los diez puntos, los titulares milrayitas volvieron a la cancha para llevarse al vestuario un tranquilizador 37-23.
El segundo tiempo fue más de lo mismo. Con todos sus titulares y Lamonte encendido, la ventaja peñarolense llegó a los dieciocho puntos. Cuando algunos descansaron, Quilmes, apuntalado sólo por Johnsen -el único jugador que le rindió en un nivel decente-, arrimó a diez puntos (43-53) a falta de un minuto para el final del tercer período.
Ese arrebato tocó a Peñarol y, después de un minuto de Hernández, otra vez con lo mejor en la cancha, recuperó absolutamente el control del partido.
Con Safar en lugar de Lamonte, el equipo milrayitas encontró el gol exterior perdido desde el segundo cuarto y se floreó en el cuarto final. Sacó más de veinte puntos, terminó ganando 87 a 72 con total autoridad. Regulando fuerzas a su antojo. ¿Alguien esperaba otra cosa?
Síntesis
Quilmes (72): N.Ferreyra 0, P.Hopson 16, B.Johnsen 23, A.Weigand 13 y R.Howell 6 (FI); L.Truscott 6, E.López 0, F.Vildoza 0 y G.Eseverri 8. DT: Daniel Maffei.
Peñarol (87): F.Campazzo 5, S.Safar 18, M.Mata 10, L.Gutiérrez 11 y M.Leiva 10 (FI); P.Barrios 11, N.Lauría 0, M.Castets 4, K.Lamonte 16 y F.Giorgetti 2. DT: Daniel Maffei.
Estadio: Polideportivo ?Islas Malvinas?.
Arbitros: Daniel Rodrigo-Osvaldo Bautista.
Progresión: 9-22, 23-37 y 43-56
Crónica: La Capital
Foto: Gentileza ligateunafoto.com.ar
Hace tiempo que por aquí, en cualquier discusión de café, no tienen sentidos las predicciones en relación al superclásico marplatense en la Liga Nacional de básquetbol. Hace rato que, con sus grandezas y miserias, los dos protagonistas le ponen el papel carbónico y salen todos igualitos. Peñarol liquidó el partido en el primer cuarto y ganó en definitiva por 87-72 por la duodécima fecha de la primera fase.
El desarrollo del superclásico no se desvió ni un poquito de lo que casi todo el mundo esperaba. Fue el desigual duelo entre un campeón y un rival lleno de problemas, apenas un proyecto de equipo, vacío de jerarquía individual y de sentido colectivo.
Bastaron un par de minutos para que ya todos los que fueron al Polideportivo supieran lo que iban a ver a lo largo de toda la noche. Si Peñarol no superó la diferencia histórica de 32 puntos en el historial del clásico fue sencillamente porque no se lo propuso, porque en la cabeza de Sergio Hernández estuvo primero la idea de repartir minutos lo más equitativamente posible y de no arriesgar más de la cuenta teniendo en cuenta que el miércoles su equipo tendrá que enfrentar a Boca.
La seriedad con la que el bicampeón de la Liga Nacional asume cada compromiso hizo toda la diferencia. Un Peñarol decidido a defender es demasiado para un rival con tan poca categoría. Entonces, lo de siempre. Que Leiva dominó cómodamente a Howell y lideró el rebote, que Campazzo se comió a Ferreyra en en el duelo de bases, que el resto estuvo en la misma sintonía y que la diferencia de efectividad en el tiro exterior fue escandalosa.
Antes de los tres minutos Peñarol ya se imponía 11-2 y parecía estar todo dicho. El equipo de Hernández hería cuando iba a buscar tiros cortos y sobre todo cuando ejecutaba de tres puntos. Cuando Quilmes logró medianamente hacer pie en el partido, ya estaba claramente abajo.
Logró plantar su defensa promediando el cuarto y se sostuvo un rato en el marcador. Pero adelante no le salió nada. Hopson, empecinado, no hizo más que chocar. Y el tiro abierto, como en el primer clásico de la temporada, le dio decididamente la espalda. (¿Tendrá algo que ver que apenas entrena en la cancha que juega?)
Sin un mísero triple en el primer tiempo, con apenas dos en todo el partido, era imposible para el equipo de Daniel Maffei sostener cualquier pretensión de ganar el partido. Para colmo, cuando ingresó Lamonte al partido, Peñarol sumó una variante ofensiva de peso más para complicarle la vida a su rival.
La diferencia, a falta de siete minutos para el final del segundo cuarto, trepó a una máxima de diecisiete puntos: 26 a 9. Entonces, Hernández decidió darle ingreso a los relevos y el cotejo ingresó en una meseta. Peñarol perdió efectividad con su tiro abierto y reguló el desarrollo y la ventaja con la dureza de su defensa y los aciertos individuales de su extranjero.
Cuando Quilmes amagó acercarse a la barrera de los diez puntos, los titulares milrayitas volvieron a la cancha para llevarse al vestuario un tranquilizador 37-23.
El segundo tiempo fue más de lo mismo. Con todos sus titulares y Lamonte encendido, la ventaja peñarolense llegó a los dieciocho puntos. Cuando algunos descansaron, Quilmes, apuntalado sólo por Johnsen -el único jugador que le rindió en un nivel decente-, arrimó a diez puntos (43-53) a falta de un minuto para el final del tercer período.
Ese arrebato tocó a Peñarol y, después de un minuto de Hernández, otra vez con lo mejor en la cancha, recuperó absolutamente el control del partido.
Con Safar en lugar de Lamonte, el equipo milrayitas encontró el gol exterior perdido desde el segundo cuarto y se floreó en el cuarto final. Sacó más de veinte puntos, terminó ganando 87 a 72 con total autoridad. Regulando fuerzas a su antojo. ¿Alguien esperaba otra cosa?
Síntesis
Quilmes (72): N.Ferreyra 0, P.Hopson 16, B.Johnsen 23, A.Weigand 13 y R.Howell 6 (FI); L.Truscott 6, E.López 0, F.Vildoza 0 y G.Eseverri 8. DT: Daniel Maffei.
Peñarol (87): F.Campazzo 5, S.Safar 18, M.Mata 10, L.Gutiérrez 11 y M.Leiva 10 (FI); P.Barrios 11, N.Lauría 0, M.Castets 4, K.Lamonte 16 y F.Giorgetti 2. DT: Daniel Maffei.
Estadio: Polideportivo ?Islas Malvinas?.
Arbitros: Daniel Rodrigo-Osvaldo Bautista.
Progresión: 9-22, 23-37 y 43-56
Crónica: La Capital
Foto: Gentileza ligateunafoto.com.ar
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