Las charlas tranquilas y prolongadas con Sergio Hernández, más allá de la entrevista de ocasión pre o post partido, suelen dejar muchísimas enseñanzas. O al menos, conceptos enriquecedores. Una muestra es esta entrevista que le concedió a LA CAPITAL, ya instalado en Córdoba:
-¿Podés hacer un balance de las dos finales?
-Dominó Peñarol el noventa por ciento de los ochenta minutos que se jugaron. El otro diez por ciento se lo doy a Atenas, que nos controló gran parte del primer tiempo del segundo partido. Aunque yo a eso ya lo preveía. Nosotros teníamos que jugar contra una presión ambiental de tener que sacar 15 puntos en el primer cuarto otra vez. Eso te lleva a no jugar bien. Por más que lo hablás o lo preparás es difícil romper el hielo. Cualquier cosa que hiciera Atenas de entrada iba a ser mejor que lo que había hecho en el primer partido. Y cualquier cosa que hiciéramos nosotros no iba a ser tan buena como en el encuentro anterior. Eso genera una situación mental que te desfavorece. Trabajamos mucho en eso. Sabíamos que en los primeros minutos había que leer el partido, ver qué ajustes había hecho Atenas. Defender duro para tratar de que ellos, si tenían algunos aciertos, no se entusiasmaran demasiado.
-Campazzo dijo que era un partido para el que pegara primero. Sin embargo, pegó primero Atenas y ganó Peñarol. ¿Cómo lo explicás?
-Esperamos el momento justo para volver a quebrarlos. Hasta ahora se dio una final no esperada, con un dominio muy marcado de Peñarol. Yo consideré siempre que éramos candidatos y lo sigo considerando. Pero siempre con un respeto enorme porque nos habían ganado dos de tres veces entre serie regular y final del Súper 8. Y porque además si llegás a la final con la contundencia que llegó Atenas es porque sos un equipo con aspiraciones.
-Esa presión se la trasladaron a ellos. Saben que necesitan ganar este punto y la gente se los va a hacer sentir...
-Veremos. Hay equipos que se potencian con la presión y equipos que no. Se habla mucho de la juventud pero Atenas en los jugadores principales del equipo no tiene tantos jóvenes. Sí tiene jugadores con menos experiencia en estas instancias. Y muchos nombres propios nuevos para la gente.
-¿Qué les transmitís a los jóvenes para que entren con tanta confianza? Jugadores como Campazzo, Lauría?
-A veces el mensaje nuestro se considera más trascendente de lo que es. Campazzo es bueno. Es un buen jugador. No tiene tanta necesidad de que le transmitamos tantas cosas. El tiene talento y se siente cómodo en una cancha de básquetbol. Y se vio potenciado porque las cosas le salían y la gente lo apoyaba. Como entrenador trato de comprometerlos con el equipo. Hay que educarlos para que sepan que las cosas se consiguen colectivamente. Que tengan un compromiso común por un objetivo que tiene que ser general, no personal. El jugador que diga que en esta Liga quiere dar un salto de calidad para irse a Europa, está equivocando el camino. No existe. Son cosas efímeras. Podés ser goleador del campeonato, pero tu camino es corto. El único salto de calidad que se puede dar es grupal. La única gloria real es la del equipo, no existe otra. Son bonitos los premios al mejor pasador, tirador o lo que sea. Pero si lo conseguiste en un equipo que se fue al descenso, no sirve de nada. Los números son fríos. Son importantes, interesantes, pero veo que a veces se analiza demasiado por eso.
Fuente: Diario La Capital
-¿Podés hacer un balance de las dos finales?
-Dominó Peñarol el noventa por ciento de los ochenta minutos que se jugaron. El otro diez por ciento se lo doy a Atenas, que nos controló gran parte del primer tiempo del segundo partido. Aunque yo a eso ya lo preveía. Nosotros teníamos que jugar contra una presión ambiental de tener que sacar 15 puntos en el primer cuarto otra vez. Eso te lleva a no jugar bien. Por más que lo hablás o lo preparás es difícil romper el hielo. Cualquier cosa que hiciera Atenas de entrada iba a ser mejor que lo que había hecho en el primer partido. Y cualquier cosa que hiciéramos nosotros no iba a ser tan buena como en el encuentro anterior. Eso genera una situación mental que te desfavorece. Trabajamos mucho en eso. Sabíamos que en los primeros minutos había que leer el partido, ver qué ajustes había hecho Atenas. Defender duro para tratar de que ellos, si tenían algunos aciertos, no se entusiasmaran demasiado.
-Campazzo dijo que era un partido para el que pegara primero. Sin embargo, pegó primero Atenas y ganó Peñarol. ¿Cómo lo explicás?
-Esperamos el momento justo para volver a quebrarlos. Hasta ahora se dio una final no esperada, con un dominio muy marcado de Peñarol. Yo consideré siempre que éramos candidatos y lo sigo considerando. Pero siempre con un respeto enorme porque nos habían ganado dos de tres veces entre serie regular y final del Súper 8. Y porque además si llegás a la final con la contundencia que llegó Atenas es porque sos un equipo con aspiraciones.
-Esa presión se la trasladaron a ellos. Saben que necesitan ganar este punto y la gente se los va a hacer sentir...
-Veremos. Hay equipos que se potencian con la presión y equipos que no. Se habla mucho de la juventud pero Atenas en los jugadores principales del equipo no tiene tantos jóvenes. Sí tiene jugadores con menos experiencia en estas instancias. Y muchos nombres propios nuevos para la gente.
-¿Qué les transmitís a los jóvenes para que entren con tanta confianza? Jugadores como Campazzo, Lauría?
-A veces el mensaje nuestro se considera más trascendente de lo que es. Campazzo es bueno. Es un buen jugador. No tiene tanta necesidad de que le transmitamos tantas cosas. El tiene talento y se siente cómodo en una cancha de básquetbol. Y se vio potenciado porque las cosas le salían y la gente lo apoyaba. Como entrenador trato de comprometerlos con el equipo. Hay que educarlos para que sepan que las cosas se consiguen colectivamente. Que tengan un compromiso común por un objetivo que tiene que ser general, no personal. El jugador que diga que en esta Liga quiere dar un salto de calidad para irse a Europa, está equivocando el camino. No existe. Son cosas efímeras. Podés ser goleador del campeonato, pero tu camino es corto. El único salto de calidad que se puede dar es grupal. La única gloria real es la del equipo, no existe otra. Son bonitos los premios al mejor pasador, tirador o lo que sea. Pero si lo conseguiste en un equipo que se fue al descenso, no sirve de nada. Los números son fríos. Son importantes, interesantes, pero veo que a veces se analiza demasiado por eso.
Fuente: Diario La Capital
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