Alejandro Zilli, de arquero a goleador

A los 6 años debutó bajo los palos en Colón de San Justo, su ciudad natal. Creció y mostró sus cualidades. Estuvo a prueba en Quilmes, Rosario Central y Colón de Santa Fe. No obstante, se cansó del manoseo del fútbol. Llegó a Paraná para estudiar Ciencias Económicas. Hoy es la gran figura de Sionista.

“Hay que hacerle un monumento a Zilli”. La reflexión de un simpatizante minutos después de la segunda victoria de Sionista sobre Quimsa generó una coincidencia absoluta.

Alejandro Zilli la rompió. Fue el artífice de una gran victoria para su equipo que ahora quedó ahí de semifinales. No alcanza con decir que en planilla el pívot terminó con 24 puntos, 16 rebotes y 2 recuperos en 32 minutos, además de tener altos porcentajes (12 de 16 en libres con 75% y 6 de 10 en dobles con 60%) y una valoración de 47 puntos.

También hay que agregar que durante la noche borró del mapa a Román González, que contagió de ganas a sus compañeros, que tuvo voz de mando y que fue un líder positivo. Datos que no salen en planilla pero que son vitales para un equipo.

Alejandro Zilli tiene una vida deportiva muy particular. De chico, en su San Justo natal, soñaba con ser arquero de fútbol. A los 6 años comenzó a entrenar. Fue “cuidapalos” en las inferiores de Colón de San Justo. A su vez, también jugaba al básquet en Sanjustino, que es la contra en su localidad.

Alejandro eligió ser arquero como su padre, a quien imitaba permanentemente. Jugaba al fútbol porque era lo que más le gustaba, mientras que al básquet lo hacía porque todos sus amigos entrenaban esta disciplina.

Según cuentan, su habilidad con los guantes fue tal que alguna vez tuvo la chance de probarse en Quilmes, Rosario Central y Colón de Santa Fe. En el Sabalero estuvo entrenando cerca de cuatro meses con la Quinta de AFA. Tenía 17 años y llamaba la atención por su altura.

No obstante, un buen día dijo basta. Se cansó porque no había podido conseguir el pase, tenía que viajar a Santo Tomé todos los días y era oneroso para los bolsillos de sus padres. Poco tiempo después dejó el fútbol para seguir una carrera universitaria.

En el 2000 llegó a Paraná con el firme propósito de estudiar Ciencias Económicas. A esa altura intuía que su vida deportiva ya era historia. Sin embargo, no fue así. De rebote cayó en Echagüe. “Un día pasé y pregunté si podía jugar al básquet”, contó alguna vez.

En aquel entonces en el AEC estaba Silvio Santander, quien estaba al frente del Campus de Reclutamiento con Damián Tintorelli, Federico Van Lacke y Pablo Jaworski, entre otros jóvenes.

Santander le dio lugar y lo probó. Lo hizo venir en todo el mes de enero, lo que no le agradó demasiado. A esa altura, Zilli no tenía la más remota idea lo que significaba TNA (Torneo Nacional de Ascenso), categoría donde estaba Echagüe.

Alejandro nunca fue de tener talento y capacidad. Igual, su entrega, su actitud y sus ganas por aprender suplieron todo. El chico fue aceptado y rápidamente se integró al grupo.

Su crecimiento fue tal que al año siguiente integró el equipo que jugó el TNA. Apenas Santander le dio la noticia se fue corriendo a una cabina telefónica para contarle la novedad a su mamá, que estaba en San Justo.

Del otro lado de la línea la comunicación no cayó muy bien. “No descuides el estudio, nene”, se escuchó.

Alejandro se la jugó y mientras estudiaba también se hizo tiempo para el básquet. Un par de temporadas sirvieron para darse cuenta que podía ser jugador profesional. En el 2006 dejó Echagüe y pasó a Sionista, donde después de 2 campeonatos fue hombre clave en el ascenso a la Liga Nacional A.

Por aquel entonces, Zilli ya era un apellido reconocido en el ambiente. Igual, siempre perfil bajo, pibe de barrio, simple y sencillo. Se pierde con Jennifer Aniston, pero a su vez admira a Robert De Niro, Al Pacino y Mel Gibson. Un escalón más atrás aparece el Negro Olmedo y Roberto Gómez Bolaños.

Fanático de La Bersuit Vergarabat, en su vida cotidiana está prohibido interrumpir la siesta. Para él es sagrada, un momento inigualable.
Igual que aquel 6 de octubre de 2006 cuando debutó en la Liga Nacional A contra Libertad de Sunchales.

“¡Ganamos! Sufrí mucho pero terminé súper contento. Debutar en la Liga Nacional era uno de mis sueños y hacerlo contra uno de los grandes fue muy especial. Uno de mis deseos fue dedicarme al básquet, sabía que era difícil llegar y ese debut fue una gran alegría”, recordó.

Aquel partido quedará para él como uno de los más importantes en su carrera. Igual que el del domingo pasado. La rompió contra Quimsa.

Fuente: El Diario de Paraná

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